La Habana vuelve a despertar con una noticia que sacude, duele y deja un nudo en la garganta: una joven madre ha desaparecido en Marianao y toda la comunidad está movilizada tratando de encontrarla. No se trata de un caso más, no es una cifra ni un rumor; es Mirella, una mujer de 27 años, madre de dos niños que hoy la esperan sin entender por qué mamá no ha vuelto a casa.
Todo comenzó este miércoles, según cuentan sus familiares. Como cualquier día normal, Mirella salió temprano: dejó al niño de siete años en la escuela, llevó a su bebita de un año al círculo infantil y siguió su rutina. Pero esa mañana común se convirtió en pesadilla cuando nunca regresó. Desde ese instante, su familia vive entre llamadas, recorridos por la zona, mensajes en redes sociales y una angustia que no les permite dormir.
La describen como una mujer bajita, de cabello teñido de rubio y actualmente con el pelo cortado bajito. Detalles que hoy son cruciales porque cualquier mirada atenta podría reconocerla. Por eso, sus seres queridos han pedido a la población que, si alguien sabe algo, por pequeño que parezca, llame al 51599219. Ese número es ahora el puente entre la incertidumbre y la esperanza.
Y sí, la noticia ha estremecido a Marianao y gran parte de La Habana. En redes sociales abundan los comentarios de solidaridad, las oraciones, los mensajes que dicen “que aparezca pronto, Dios la guíe a su casa”, y también los reclamos de quienes no pueden creer que en Cuba se reporten tantas desapariciones sin respuestas claras. La frecuencia con la que casos como este circulan en Facebook y WhatsApp ha generado una mezcla de miedo colectivo y cansancio emocional.
Este caso también pone sobre la mesa la vulnerabilidad de tantas madres jóvenes que salen cada mañana a resolver su vida, a cuidar hijos, a trabajar y a sobrevivir en una ciudad llena de desafíos. Están expuestas a peligros imprevisibles, y cuando ocurren tragedias como esta, se evidencia la falta de mecanismos efectivos para su protección.
La comunidad de Marianao no se ha quedado de brazos cruzados. Decenas de personas comparten su foto, difunden su descripción y mantienen la búsqueda activa. Las redes sociales, tan caóticas a veces, hoy son el canal más rápido para intentar encontrar a Mirella. Cada repost, cada comentario, cada aviso que se comparte puede ser el dato que marque la diferencia.
Mientras tanto, en casa, su familia vive horas interminables. Dos niños esperan a su madre, sin saber por qué falta ni cuándo volverá. Y quienes la aman solo piden una cosa: verla regresar sana y salva. Este no es solo un caso policial; es un llamado urgente a mirar, a ayudar, a no volverse indiferentes ante una realidad que golpea fuerte.
La esperanza sigue viva. La Habana ha demostrado mil veces que, cuando una familia sufre, siempre aparece alguien dispuesto a ayudar. Ojalá esta vez no sea diferente. Ojalá Mirella esté pronto de vuelta, abrazando a sus hijos y dejando atrás este capítulo que jamás debió existir.







