Díaz-Canel reconoce que tras paso del huracán Melissa quedan «localidades sin energía eléctrica, sin agua potable y con cientos de evacuados»

Redacción

Miguel Díaz-Canel apareció en Santiago de Cuba con otro de sus discursos reciclados, esta vez llamando a los cubanos a “pensar en todo lo que son capaces de crear”, como si la gente no estuviera intentando sobrevivir entre escombros, lodo y hambre desde que el huracán Melissa arrasó el oriente del país el 28 de octubre.

Han pasado tres semanas y la situación no solo no mejora: se ha vuelto una pesadilla sin pausa para miles de familias. El desastre sigue ahí, intacto, mientras el régimen sigue repartiendo consignas.

El gobernante reconoció que Cuba “transita un momento particularmente difícil”, pero volvió a esquivar la responsabilidad estatal por la devastación y la negligencia que hoy tienen a miles viviendo en condiciones infrahumanas. Para él, la culpa siempre es de las lluvias, del viento, de la naturaleza, de cualquiera, menos del Gobierno que lleva décadas desmontando el país pedazo a pedazo.

Un país a oscuras, sin agua y sin respuestas

En su intervención, Díaz-Canel admitió que todavía quedan “localidades sin energía eléctrica, sin agua potable y con cientos de evacuados”. Lo dijo como quien recita un parte meteorológico, evitando mencionar el verdadero problema: el Estado no tiene capacidad ni voluntad para levantar nada, pero sí tiene tiempo para posar en fotos entre ruinas mientras exhorta al pueblo a “participar” y “crear”.

La realidad en terreno es mucho más cruda. Cultivos destruidos. Techos volados. Viviendas reducidas a fragmentos. Niños durmiendo sobre cajas mojadas. Familias enteras dependiendo de lo poco que pudieron rescatar antes de que el agua les tragara la vida.

Y, para colmo, el Estado les cobra colchones, materiales y hasta artículos básicos. Una burla más en un país donde la gente perdió todo y aún así el régimen insiste en rasparles lo poquito que les queda.

Propaganda en medio del fango

Mientras el oriente entero grita socorro, Díaz-Canel suelta su habitual guion de “combate y recuperación”, esa fraseología hueca que ya nadie se cree. Y vuelve a convocar a los CDR, a las organizaciones oficialistas y a quien se deje manipular, como si con voluntarismo y consignitas se levantara un país devastado.

Las imágenes que llegan desde Santiago, Holguín y Granma cuentan otra historia. Una historia de abandono, hambre, colapso eléctrico y cero ayuda estatal real. Una historia donde los vecinos se organizan entre ellos porque saben que, si esperan por el Gobierno, se mueren esperando.

El país se cae y el régimen pide aplausos

Entre fango, ruinas y mosquitos, Díaz-Canel promete que desde el Consejo de Defensa Nacional seguirán “trabajando sin descanso”. El problema es que ese discurso ya no convence ni al que lo escribió.

La gente quiere agua, comida, electricidad, techo. Lo básico. Lo humano. No quiere más consignas sobre creatividad ni sermones vacíos sobre participación popular.

Porque mientras el régimen intenta maquillar el desastre con palabras grandilocuentes, el pueblo sigue enfrentando solo la peor crisis humanitaria que ha vivido el oriente cubano en años. Y ahí no hay propaganda que alcance para tapar la verdad.

Habilitar notificaciones OK Más adelante