Tragedia en Santiago: así fue el doloroso velorio de la cubana asesinada en Texas

Redacción

Santiago de Cuba amaneció este lunes con un dolor distinto. No era un día cualquiera: por fin estaban velando los restos de Yoandra González, una cubana de 40 años asesinada brutalmente en Texas a finales de junio. Su familia, sus amigos y hasta desconocidos llegaron a darle el último adiós a una vida que nunca debió terminar así.

Yoandra, quien había emigrado a Estados Unidos buscando ese sueño que tantas cubanas persiguen, regresó a su tierra, pero no de la forma que nadie hubiera querido. Su despedida se convirtió en un símbolo fuerte: duelo, indignación y un grito silencioso contra la violencia machista que cada vez arrebata más vidas.

El cuerpo llegó a Cuba luego de un proceso de repatriación complicado y duro, según explicó el periodista Yosmany Mayeta Labrada en su perfil de Facebook. Una semana completa tuvo que esperar la familia para poder iniciar los preparativos del último adiós. Imagínate ese dolor, ese tiempo esperando en silencio lo inevitable.

Desde las diez de la mañana del lunes, la funeraria de Santiago comenzó a llenarse. Vecinos, amigos y muchísima gente conmovida por la historia de Yoandra llegaron para acompañar a su familia. Porque una madre cubana que emigra para mejorar su vida y la de su hijo no merece terminar siendo víctima de feminicidio, ni en Cuba ni en ningún otro país.

El periodista también aclaró que el asesino, José Ignacio Díaz Piña —un babalawo camagüeyano de 32 años que llegó a Estados Unidos en 2023—, está detenido en Houston y enfrenta cargos de asesinato. La relación entre ambos era ocasional, pero ese vínculo terminó en tragedia.

Como si el dolor no fuera suficiente, durante el velorio surgió otro golpe para la familia: el féretro de exportación en el que llegó Yoandra desde Estados Unidos era demasiado grande para la bóveda privada donde sería enterrada. Sí, tal cual: en medio de su duelo tuvieron que enfrentar ese trámite absurdo y desgarrador. Por eso hubo que cambiar el ataúd por uno de producción nacional minutos antes del entierro. Una situación que solo aumentó la indignación entre sus seres queridos.

El entierro quedó fijado para las dos de la tarde, cerrando un ciclo que nadie quiso abrir jamás.

El crimen, que ocurrió la noche del 29 de junio en Houston, fue particularmente brutal. De acuerdo con la policía, Díaz Piña apuñaló a Yoandra al menos once veces dentro de su apartamento. Pero lo más desgarrador fue quién descubrió la escena: su hijo Mauro, de apenas 13 años. Al no poder entrar por la puerta principal, trepó hasta el balcón y encontró a su madre sin vida. Su desesperación lo llevó a buscar ayuda inmediata, convirtiéndose en pieza clave para reconstruir lo ocurrido.

Horas después, Díaz Piña se entregó a la policía diciendo simplemente: “La apuñalé, la maté”. En redes se hacía llamar “Jose Iroso Ojuani” y presumía una vida feliz en el exilio, en un contraste grotesco con la violencia que terminó cometiendo.

Hoy enfrenta cargos de asesinato en el Tribunal del Distrito 497 del condado de Harris. La jueza del caso le impuso una fianza de 500 mil dólares y estrictas condiciones para cualquier posible liberación, incluyendo un GPS y prohibición total de contacto con la familia de Yoandra.

Mientras tanto, en Cuba, el reclamo de justicia se siente fuerte. No es solo un velorio; es un acto de resistencia, un reclamo colectivo, una voz que dice: ¡esto no puede seguir pasando!

Yoandra, oriunda de San Juan, en la carretera de Siboney, era recordada por todos como una mujer alegre, solidaria, dedicada profundamente a su hijo. Y es esa imagen —la de una madre luchadora— la que su comunidad se niega a olvidar.

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