Madre cubana pide ayuda desesperada para llevar a su hijo de regreso a casa tras seis meses ingresado en terapia intensiva en La Habana

Redacción

Hay historias que, aunque uno ya esté acostumbrado a escuchar malas noticias desde Cuba, te sacuden de una manera distinta. Historias que no deberían existir, pero existen. Una de ellas es la de Aylema Zaragoza, una madre cubana que está pidiendo ayuda desesperadamente para poder llevar a su hijo Taylor —un niño de 10 años con parálisis cerebral— de regreso a casa después de seis meses ingresado en terapia intensiva en La Habana. Y lo que necesita no es un milagro: son equipos médicos básicos que, en cualquier país normal, deberían estar garantizados.

La historia la contó ella misma en Facebook, en un post que se ha compartido por todas partes. “Les comparto mi desesperación”, comienza diciendo Aylema, dejando claro desde la primera línea que está escribiendo desde un dolor que no se disimula. Explica que lleva medio año viviendo prácticamente en un hospital, viendo a su hijo conectado a un ventilador que le permite respirar, sin poder moverlo ni un centímetro porque no tiene los equipos que se necesitan para cuidarlo en casa.

Taylor no puede respirar por sí solo, y lo único que separa a esta familia de la posibilidad de estar juntos en su hogar es un ventilador pulmonar pediátrico que funcione con respiración asistida. Algo que no existe en los hospitales para entregar, algo que el Estado no le va a dar, algo que depende completamente de la solidaridad de otros cubanos dentro y fuera de la isla.

La madre lo explica con una claridad que duele: “En estos momentos es un crónico estable, mi desesperación es que quiero llevarlo para la casa, ya que es posible tenerlo en casa, pero son muchas las cosas que necesito”. Entre esas cosas está una lista básica pero imposible de conseguir en Cuba: un ventilador pulmonar pediátrico, una aspiradora de secreciones recargable, una planta eléctrica para garantizar el aire acondicionado, un colchón antiescaras y cánulas #6 sin cuff para la traqueotomía. Artículos médicos que deberían ser un derecho, no un privilegio.

“Sé que es mucho lo que necesito”, dice Aylema, “por eso hago pública mi desesperación”. Comparte su número, su nombre, todo. No por protagonismo, sino porque es una madre que ya lo ha intentado todo y solo quiere una oportunidad de llevar a su hijo a casa, de darle algo de normalidad en medio de tanta desgracia.

Su caso no es único, lamentablemente. Es un reflejo directo del colapso del sistema de salud en Cuba, ese mismo sistema que durante décadas el gobierno ha vendido como “el mejor del mundo”. Pero la realidad es muy distinta cuando un niño depende de la caridad para sobrevivir. Basta recordar el reciente caso de Michelle, un pequeño de cuatro años en Ciego de Ávila, que está en estado crítico por una bacteria en la sangre y que nunca ha recibido un cultivo para determinar el tratamiento adecuado. Otra vida pendiendo de un hilo por negligencia, falta de recursos y un sistema quebrado.

Estas historias duelen, pero también abren los ojos. Muestran lo que muchos cubanos viven día a día: la lucha no solo por sobrevivir, sino por hacerlo con dignidad. Y también dejan claro que, en un país donde las instituciones fallan, los ciudadanos tienen que convertirse en la red de apoyo que el Estado dejó de ser.

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