Régimen producirá «repelentes naturales» en Grama para abastecer las provincias de Holguín, Santiago de Cuba y La Habana en su lucha contra el mosquito

Redacción

En Cuba, cuando llega una crisis, el Gobierno saca del bolsillo “una solución” que siempre suena a ensayo, a parche, o a intento desesperado de tapar un hueco con otro hueco. Y en medio del aumento del dengue, el chikungunya y otras arbovirosis que están haciendo estragos en la población, ahora aparece la última jugada del régimen: producir repelentes naturales en Granma para abastecer —según dicen— a Holguín, Santiago de Cuba y La Habana.

Sí, así mismo. Mientras medio país anda rezando para no terminar en una sala abarrotada con mosquiteros rotos, el diario oficialista Granma informó que en la Empresa Laboratorio Farmacéutico de Líquidos Orales (Medilip) en Bayamo comenzaron a fabricar un repelente hecho con extractos de nim y caña santa. Hasta ahora, afirman que ya tienen unas 1,500 unidades envasadas en pomos de un litro. O sea, un lote pequeño para un país entero que enfrenta una epidemia, pero bueno… es lo que hay.

Roider Elías Carasaña, jefe de Operaciones de Medilip, salió a asegurar que pronto habrá presentaciones de dos litros, así como envases más pequeños de 120 y 250 mililitros. Todo esto, dice, con el objetivo de cubrir la demanda en tres provincias: Holguín, Santiago y La Habana. Pero ojo: nada se dijo sobre el resto del país, donde los mosquitos tampoco están de vacaciones.

La distribución, según explican, se hará a través de farmacias y puntos estatales en Bayamo, además de las redes comerciales de las provincias mencionadas. Como siempre, “en dependencia de la disponibilidad de suministros”, una frase que en Cuba suele significar: “Lo daremos cuando aparezca… si es que aparece”.

El repelente está registrado en el Formulario Nacional de Fármacos, y debe aplicarse cada tres o cuatro horas en mayores de tres años. Hasta ahí todo suena organizado, hasta científico. Pero cuando empiezas a leer los detalles, la realidad vuelve a asomar: los extractos provienen de Farma Habana y de productores locales en Guisa y Bayamo, y gran parte de los envases y tapas son reciclados o adquiridos a particulares porque el Estado no tiene cómo obtenerlos.

De hecho, Carasaña confesó que tuvieron que hacer “alianzas” con un trabajador por cuenta propia de Holguín para conseguir las tapas del nuevo lote. Sí, en pleno 2025 en Cuba, una empresa estatal farmacéutica depende de un cuentapropista para poder cerrar un pomo de repelente. Cosas que solo pasan en la isla.

Paralelo a esto, Medilip presume haber producido 80,000 frascos de hipoclorito de sodio al 1 %, todos también en envases reciclados, para combatir al dichoso mosquito. Un esfuerzo enorme, sin dudas, pero que sigue mostrando la precariedad del sistema: sin financiamiento, sin recursos, con máquinas casi reliquias y con trabajadores que hacen magia para que algo salga.

Aunque el Gobierno intenta vender la idea de que todo avanza gracias a la “dedicación de los trabajadores”, la verdad es otra: producción limitada, envases reciclados, improvisación constante y un país entero dependiendo de soluciones mínimas frente a una crisis sanitaria gigante.

Esta iniciativa de Granma, más que tranquilidad, deja una pregunta en el aire: ¿hasta cuándo Cuba seguirá enfrentando epidemias con productos reciclados, recetas improvisadas y abastecimientos “en la medida de lo posible”?

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