La bronca se encendió en Miami y, en vez de apagarse, está echando más chispa que nunca. Durante toda la semana, varios influencers cubanos —Alexander Otaola, Un Asere Pensante y Los Maceitos— le han tirado directo y sin filtro a ciertos miembros de la familia Castro que viven en Estados Unidos. Las críticas apuntan a su presencia en la ciudad, su supuesto acceso cómodo a la FIU y el origen real de su éxito económico.
Todo gira alrededor de una pregunta que nadie quiere soltar: ¿de verdad estos muchachos han subido por mérito propio o llevan el empujón invisible de un apellido que huele demasiado a poder en Cuba?
La presión en redes fue tanta que este lunes los señalados decidieron romper el silencio. Desde la cuenta de Instagram @camilopog soltaron un comunicado donde responden a las acusaciones y anuncian que van con demandas por difamación contra los creadores de contenido que los han mencionado públicamente.
El mensaje dejó claro que están listos para los tribunales y que no piensan dejar pasar lo que consideran una campaña de ataque. También aseguraron que son anticomunistas, que no han recibido ni un centavo del régimen y que todo lo que tienen en Estados Unidos lo han logrado trabajando duro. Según ellos, no hay nada turbio detrás.
Pero la publicación explotó de inmediato. La comunidad cubanoamericana, que no se traga cualquier cuento, reaccionó pidiendo claridad sobre el origen del dinero, las conexiones familiares y cómo fue realmente su llegada al país. Para muchos, el apellido trae demasiada historia como para confiar sin hacer preguntas.
Los influencers tampoco se quedaron quietos. Respondieron rápido y con más fuerza, asegurando que el tema sigue abierto y que es necesario investigar a fondo el patrimonio de estos jóvenes ligados a la familia que ha gobernado Cuba por más de seis décadas.
El lío ha revivido un viejo debate que nunca termina en Miami: ¿qué responsabilidad moral tienen los descendientes de los Castro que viven fuera de Cuba? ¿Basta con declararse anticomunistas para limpiar el apellido o hay una deuda con las víctimas del sistema del que provienen?
Mientras los señalados buscan abogados y los influencers afilan sus directas, la comunidad observa cada movimiento. Algunos creen que las amenazas legales son un intento de callar las críticas. Otros piensan que todo esto es simplemente una defensa necesaria ante un acoso mediático exagerado.
