Salen a la luz imágenes que muestra la destrucción del icónico Túnel de Línea, en La Habana, sometido a un «gran mantenimiento»

Redacción

El régimen cubano acaba de anunciar con bombo y platillo el “gran mantenimiento” del Túnel de Línea, como si con una mano de pintura pudieran esconder décadas de abandono oficial. Desde el 13 de noviembre de 2025, esta obra emblemática de La Habana recibe reparaciones urgentes después de caer en el mismo deterioro que sufre todo el país, producto de la desidia estatal y la falta crónica de inversión en infraestructura.

El proyecto está bajo el mando del Centro Nacional de Vialidad y del ingeniero Gisel Pupo Almaguer, responsable de coordinar lo que venden como una restauración integral. Pero la realidad es que estas acciones llegan tarde y empujadas por la presión de una ciudad que se deshace a pedazos.

La mipyme Emconat asumió la limpieza del alcantarillado, la pintura y la reparación de muros y áreas internas. Pero más que un logro, es otra prueba de que el Estado ya no es capaz de mantener ni las obras públicas que fueron símbolo de modernidad en la capital. Si no fuera por pequeñas empresas privadas, muchas con recursos mínimos, el túnel seguiría igual de deteriorado.

Mientras tanto, Copextel instaló nuevas luminarias y la Empresa de Mantenimiento Vial hizo bacheo, como si arreglar huecos fuera suficiente para compensar décadas de falta de prioridades. La infraestructura cubana no colapsó por accidente, sino por años de inversión selectiva, mala administración y un modelo económico incapaz de sostener ni lo más elemental.

El Gobierno anuncia cierres parciales y desvíos del tráfico, prometiendo notas informativas y actualizaciones como si esto fuera un logro de ingeniería. Pero el cubano de a pie sabe la verdad. El túnel se está reparando ahora por una sola razón: porque ya no daba más.

El Túnel de Línea, orgullo de una época en la que Cuba apostaba por el desarrollo, es hoy otro recordatorio de cómo el país pasó del futuro al retroceso. Su restauración no marca una nueva etapa, sino un parche más sobre un sistema que ya no puede sostener ni su memoria histórica.

El verdadero titular es sencillo. En Cuba, hasta lo que un día fue símbolo de progreso necesita salvamento urgente. Y no por el paso del tiempo, sino por el paso del régimen.

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