El régimen cubano volvió a lanzarse contra el medio independiente El Toque, esta vez disfrazando la operación como una “denuncia popular” en el programa Razones de Cuba. Pero de “pueblo” no hubo nada. Ni un solo cubano de a pie apareció frente a cámara. Solo los mismos rostros de siempre repitiendo el libreto gastado del miedo político.
Los protagonistas fueron el coronel Francisco Estrada Portales, instructor de delitos contra la Seguridad del Estado, y el exagente de inteligencia Raúl Capote. Otra puesta en escena donde el régimen se acusa a sí mismo, se responde a sí mismo y pretende que el público finja que se cree el cuento.
Durante la transmisión, el objetivo quedó claro desde el primer minuto: criminalizar a El Toque, acusarlo de “terrorismo”, “subversión” y responsabilizarlo de la crisis económica que estrangula al país. Una maniobra desesperada para desviar la atención del verdadero culpable de la catástrofe: el propio sistema que ellos defienden.
El coronel Estrada llevó el espectáculo a niveles de caricatura cuando comparó el trabajo periodístico de El Toque con los atentados de Luis Posada Carriles en los 90. El presentador Humberto López, que ya había tildado al medio de “terrorismo financiero”, reforzó la idea de que la tasa de cambio que publica El Toque “sabotea la economía cubana”. Como si el cubano necesitara una página web para saber que el peso está hecho harina.
Lo más llamativo es que no presentaron ni una sola prueba. Ni un documento. Ni auditorías independientes. Ni análisis económicos. Solo discursos políticos. De hecho, la emisión fue acompañada por un texto en Granma que repite exactamente lo mismo, palabra por palabra, como si alguien hubiera hecho “copiar y pegar” desde el guion del programa.
Raúl Capote, en su papel de voz autorizada desde “las entrañas del enemigo”, contó su novela personal sobre El Toque. Aseguró que desde la blogosfera cubana de los 2010 se estaban captando jóvenes para destruir la revolución desde Europa. Habló de reuniones, visitas y hasta una supuesta pelea en un tren alemán por el liderazgo del proyecto. Pero otra vez, ninguna fecha, ningún dato verificable, ninguna evidencia. Solo historias al estilo “créeme porque te lo digo yo”.
Mientras tanto, la realidad del país marcha por otra vía: apagones eternos, escasez total y un país detenido. El mismo día de la transmisión, Cuba registró un déficit eléctrico de casi 1,800 MW. Termoeléctricas rotas, centrales sin combustible y un sistema eléctrico que no puede ni con la mitad de la demanda. Resultado: la mayoría de los cubanos ni siquiera pudo ver el programa. Entre la oscuridad, el mal Internet y el cansancio acumulado, Razones de Cuba terminó hablándole al vacío.
Lo que sí ve el pueblo, sin necesidad de televisión, es la verdad diaria. Falta de comida. Salarios que no alcanzan ni para el pan. Farmacias vacías. Mosquitos, virus, colapso sanitario y un país donde el gobierno dedica más tiempo a perseguir periodistas que a resolver un solo problema real.
Por eso el ataque contra El Toque no sorprende. Cuando el poder no puede mejorar la vida de la gente, intenta silenciar a quienes la describen tal cual es. El miedo no es a una web que publica el precio del dólar. El miedo es a la evidencia de que el país se les desmorona mientras ellos siguen acusando fantasmas de la Guerra Fría.










