Expertos reconocen ante Díaz-Canel que el «virus» que circula en Cuba los tiene desconcertados por la variedad de síntomas que provoca

Redacción

La propaganda oficial volvió a sacar pecho este miércoles, asegurando que en Cuba “se realizan múltiples acciones” para enfrentar la epidemia de chikungunya y dengue que tiene desbordado el sistema de salud. Pero detrás de los tecnicismos médicos y el discurso triunfalista se esconde una realidad evidente: el régimen reaccionó tarde, mal y empujado por el colapso sanitario que ya nadie puede ocultar.

Díaz-Canel se reunió nuevamente con científicos y expertos para discutir cómo frenar la infestación del mosquito y mejorar los protocolos de tratamiento. De esas reuniones salen muchas palabras, muchos PowerPoints y muchas promesas, pero muy poca solución real para la población que está enfrentando fiebre, dolor, hospitales llenos y falta de medicamentos.

En el Instituto Pedro Kourí ya se estudiaron 32 pacientes con chikungunya, y los resultados lo dicen claro: el virus está golpeando fuerte y con síntomas más agresivos que en epidemias previas. La fiebre aparece de forma abrupta, sube sin control y cuesta bajarla incluso con antipiréticos. Las articulaciones se inflaman y duelen al extremo, con rigidez que impide caminar, levantarse o moverse, afectando sobre todo las extremidades inferiores.

El rash cutáneo aparece antes que en el dengue, en las primeras 24 o 48 horas, algo que ya están viendo de forma constante en los ingresos hospitalarios. Pero lo más grave son las complicaciones que se están registrando: deshidratación severa, infecciones bacterianas, confusión mental en adultos mayores, arritmias, fallas cardíacas, problemas neurológicos y hasta sangrado digestivo.

Todo eso en un sistema donde escasean desde analgésicos hasta camas. Los hospitales están llenos, la gente espera horas para ser atendida, y miles prefieren quedarse en casa porque saben que llegar a urgencias no garantiza recibir ayuda.

El gobierno anunció que hay 26 estudios en marcha sobre nuevos productos, ensayos clínicos e intervenciones sanitarias. También trabajan en el diagnóstico y en probar el uso de medicamentos como Jusvinza, desarrollado para artritis reumatoide, en pacientes con complicaciones derivadas del chikungunya. Suena esperanzador, pero todos sabemos lo mismo: la ciencia cubana no puede compensar la falta de recursos, la destrucción del sistema de salud y el abandono gubernamental a los hospitales.

Mientras el régimen se reúne, habla y “evalúa avances”, las cifras reales siguen creciendo, con niños ingresados, terapias intensivas saturadas y provincias enteras fumigando con equipamientos viejos, combustible racionado y personal agotado.

La crisis epidemiológica se pudo prever. Se pudo prevenir. No se hizo.

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