Régimen propone a los cubanos preparar sales de rehidratación caseras con sal, azúcar, bicarbonato y «medio limoncito»

Redacción

En plena oleada de dengue, chikungunya y otros virus que tienen al país en vilo, el Ministerio de Salud ni siquiera puede asegurar un sobre de sales de rehidratación. Ante esa incapacidad absoluta, la Dirección General de Salud en Santiago de Cuba publicó en Facebook una guía para que cada cubano prepare su propio suero en casa, como si viviéramos en la Cuba de 1898.

La receta parece sencilla, al menos para quien viva en Suiza: una cucharadita de sal, cuatro de azúcar, medio limoncito, un poquito de bicarbonato y un litro de agua hervida. Todo mezclado con amor y consumido antes de 24 horas. El problema es que en Cuba hoy casi nada de eso aparece. El limón cuesta lo mismo que un riñón, el azúcar brilla por su ausencia hasta en las bodegas, y el bicarbonato hace tiempo es una leyenda urbana.

La orientación llega como una postal tragicómica del sistema sanitario cubano, ese que durante décadas se vendió al mundo como “potencia médica” y ahora no puede garantizar ni lo mínimo para enfrentar la peor crisis epidemiológica en años. Mientras las salas de hospitales colapsan y las policlínicos están llenos, el Estado sigue sin reconocer la magnitud real de la situación. Las cifras oficiales no se parecen en nada a lo que viven los cubanos de a pie.

En provincias del oriente, especialmente Santiago, la ola de arbovirosis ya se ha cobrado vidas y mantiene a miles de familias en alerta. Fiebre alta, deshidratación, falta de medicamentos, apagones y mosquitos por millones componen un panorama de tercer mundo que el gobierno intenta maquillar con consejos caseros y anuncios de utilería.

Decirle a un país entero que fabrique su propio suero es admitir que el sistema de salud, ese que usaron durante años como vitrina propagandística, está en ruinas. Es reconocer que no hay recursos, que no hay control y que el cubano está librado a su suerte. Es la Cuba real. La Cuba donde hasta para combatir la fiebre hay que improvisar, porque el Estado dejó de cumplir su parte hace rato.

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