El propio Ministerio de Salud Pública terminó reconociendo lo que las familias cubanas vienen gritando desde hace semanas: la epidemia de chikungunya está golpeando con más fuerza a los niños y adolescentes, un reflejo brutal del colapso sanitario en el que el régimen ha dejado al país.
En el programa Buenos Días, el doctor Francisco Durán García confirmó que de los 95 pacientes en cuidados intensivos, 63 son menores de 18 años y 16 están en estado crítico. Es decir, la mitad de las camas graves están ocupadas por menores, una estadística que en un país normal sería motivo de emergencia nacional… pero en Cuba apenas sirve para que el gobierno repita su guion de “alertas y recomendaciones”, sin reconocer su responsabilidad en el desastre.
El virus sigue avanzando sin freno, con transmisión activa en casi todo el país, desde Santiago de Cuba hasta Pinar del Río, pasando por Camagüey, Holguín y La Habana. Según los datos oficiales, ya hay más de 31 mil casos sospechosos, con 753 registrados solo en el último día. Y como si fuera poco, el dengue también sigue creciendo, con 847 nuevos positivos en la misma jornada.
Durán admitió que el índice de infestación del mosquito Aedes aegypti está en 0,73, un nivel peligrosamente alto. Traducido a cubano: hay mosquitos por todas partes porque no hay fumigación, no hay combustible, no hay personal, no hay nada. Y mientras los barrios se llenan de criaderos, los hospitales enfrentan la epidemia con falta de medicinas, falta de reactivos, falta de camas y falta de todo.
La situación es tan grave que Durán pidió a los padres que no se queden en casa ante síntomas alarmantes como fiebre persistente, deshidratación o pérdida de conciencia. Fácil decirlo desde un estudio con aire acondicionado, cuando en la vida real muchas familias llegan a los hospitales para encontrarse con salas sin agua, médicos desbordados y centros a los que solo les queda rezar.
El mensaje detrás de estos números es evidente: la epidemia se salió de control y el sistema de salud no tiene cómo reaccionar. El país está viviendo una crisis sanitaria histórica mientras el gobierno sigue haciendo propaganda y celebrando hoteles, como si lo urgente fuera atraer turistas y no salvar vidas.







