Jorge Luis Broche, la nueva cara del régimen que encabeza el «programa de Gobierno» que intentará «corregir» el desastre económico en Cuba

Redacción

Jorge Luis Broche Lorenzo apareció este jueves con su discurso de siempre, tratando de vender el “programa del gobierno para corregir distorsiones e impulsar la economía”. El hombre no es cualquier funcionario: es miembro del Secretariado y Jefe del Departamento Económico Productivo del Comité Central del Partido. Y ojo, si esto fracasa, que no le den ascenso como le pasó a Marino Murillo; por dignidad debería renunciar.

En su entrevista, Broche habló de su hoja de ruta para “corregir distorsiones y reimpulsar la economía” dentro del proceso socialista. Entre frases rimbombantes, mencionó la posibilidad de una dolarización parcial, las desigualdades existentes y la necesidad de transformar las tendencias negativas que “nos duelen porque no estamos felices con ellas”. Es decir, reconoció los problemas de siempre, pero con la misma narrativa de siempre.

Según el funcionario, el programa busca enfrentar la crisis derivada de la llamada “economía de guerra”, atacando los desequilibrios macroeconómicos y los impactos externos que, según él, amenazan los objetivos del Plan 2030. Y como buen oficial del régimen, insistió en que el plan debe ser una herramienta de participación para todos los cubanos, para que el pueblo pueda aportar a la economía… aunque hasta ahora, la participación real es más bien testimonial.

Broche no ocultó que existen dificultades: problemas de combustible, impacto energético y escenarios complicados. Pero según él, con “una mentalidad innovadora” se pueden buscar soluciones. La pregunta es: ¿innovadora para quién? Porque el pueblo lleva décadas cargando con los fracasos de esas mismas ideas mientras los dirigentes siguen vendiendo esperanza con nombres y cargos rimbombantes.

Así que ya saben el nombre: Jorge Luis Broche Lorenzo, el encargado de la “corrección de distorsiones” que, si la historia se repite, quedará como otra promesa vacía más de un sistema que no cambia. Mientras tanto, los cubanos siguen viendo cómo los problemas reales se agravan y los planes oficiales solo llenan titulares.

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