Una madre de Santiago de Cuba decidió hacer público lo que muchos callan: denunció que parte de las donaciones destinadas a niños y ancianos vulnerables no llega a quienes las necesitan y que buena parte de esos recursos termina en manos de funcionarios, trabajadores sociales y oportunistas que se aprovechan del hambre ajena.
Desde su cuenta en Facebook, Yurisleidis Remedios subió un video donde dio detalles de su reclamo. Contó que, después de hablar con su delegada del Poder Popular, pidió información sobre los módulos alimentarios dirigidos a menores y personas mayores de 65 años. Se llevó una desagradable sorpresa: en su zona, las entregas solo se están haciendo a niños de 0 a 4 años, dejando fuera a los mayores de esa edad.
La santiaguera se preguntó con ironía quién puede creer que un bebé recién nacido “come chícharo o arroz”, cuando los niños más grandes siguen pasando hambre frente a la indiferencia del gobierno. Para ella, excluir a los mayores de cuatro años es simplemente “un robo infantil”, una estafa montada sobre los más vulnerables.
Yurisleidis responsabilizó directamente al régimen de la miseria que viven esos pequeños. A su juicio, el gobierno cubano se queda con las donaciones mientras el pueblo continúa empobreciéndose, y no tuvo reparos en llamar “pirañas” y “tiranía” a los gobernantes, asegurando que siguen enriqueciéndose a costa de las necesidades del país.
Dijo que hablar de niños debería significar derechos iguales para todos. Pero en Cuba, apuntó, la prioridad no es el bienestar infantil, sino sostener un sistema que reparte lo que queda no según la necesidad, sino según el amiguismo y los contactos.
La madre santiaguera anunció que no piensa quedarse callada y seguirá denunciando irregularidades como esta, aunque a muchos les duela escuchar la verdad.
En otra parte de su intervención, explicó por qué cree que las donaciones nunca llegan completas a los destinatarios. Responsabilizó a las estructuras de Asistencia Social y a quienes manejan la distribución, insinuando que allí “se pierde” buena parte de lo que llega al país con fines humanitarios. “Todo lo han puesto en manos de Alibaba y los 50 mil ladrones que tienen en Asistencia Social”, sentenció con ironía amarga.
Para sostener su denuncia, contó el caso de una supuesta maestra movilizada para repartir ollas multipropósito, cocinas de inducción y otros equipos domésticos enviados a Santiago para familias vulnerables. Según Yurisleidis, esa mujer alardeó de haberse quedado con varios de esos equipos y también haber “resuelto” algunos para su madre. Si una trabajadora sencilla pudo quedarse con tres arroceras, tres multipropósitos y dos cocinas, ¿qué no habrá pasado más arriba?, preguntó la denunciante, cuestionando si la directora provincial de Asistencia Social estaba al tanto o también se benefició.
Yurisleidis recordó que ella misma es madre asistenciada y madre de trillizos, pero no ha recibido los equipos ni la ayuda que supuestamente le corresponden. Incluso relató que la hicieron firmar un documento donde se registraba la entrega de ropa, zapatos y mochilas para sus hijos, y en la práctica solo recibió las mochilas. “¿En casa de qué trabajadora social debo buscar los zapatos y la ropa que desaparecieron?”, preguntó indignada, acusando a los responsables de ser “unos sinvergüenzas”.
No se quedó ahí. Señaló a todo el sistema, desde el presidente hasta los trabajadores sociales, acusándolos de enriquecerse del sufrimiento popular y de pertenecer a la “cúpula” que mantiene al pueblo “con hambre y necesidad”. Para ella, lo que sucede con las donaciones no es un hecho aislado, sino el reflejo de un modelo de gobierno que permite y legitima la corrupción como práctica cotidiana.
La denuncia de esta madre se suma a muchas otras que han surgido desde distintas provincias, en las que se cuestiona la opacidad y el manejo de los recursos enviados al país tras huracanes, incendios o crisis humanitarias. En lugar de llegar a quienes realmente necesitan ayuda, con frecuencia terminan perdidos en un laberinto de manos que siempre parecen quedarse con algo.
Yurisleidis cerró su mensaje con una declaración política sin rodeos: “Patria y Vida y queremos cambiar de sistema”. Dejó claro que su reclamo no es solo por unas bolsas de alimentos o unos equipos domésticos desaparecidos. Es contra todo un gobierno que, a su juicio, roba, miente y empobrece al pueblo, mientras se llena el bolsillo con lo que el mundo envía como solidaridad.







