María Victoria Gil asegura que Díaz-Canel «desconocía» lo que se tramaba contra Alejandro Gil y sobre las acusaciones que pesaban en su contra

Redacción

Desde España, la expresentadora y abogada María Victoria Gil rompió el silencio que los medios oficiales cubanos han impuesto sobre el caso de su hermano, Alejandro Gil Fernández, exministro de Economía y Planificación. Acusado de espionaje, el exfuncionario enfrenta un proceso que, según su hermana, está envuelto en opacidad y control político absoluto.

En conversación con Mario J. Pentón, María Victoria afirmó que Miguel Díaz-Canel sería, en este caso, el menos culpable, pues desconocía lo que se tramaba contra su subordinado. Aun así, subrayó que, desde el punto de vista político, la responsabilidad del mandatario no desaparece, aunque él no habría tenido participación directa.

El inicio de la caída de Gil, según la jurista, comenzó el 1 de febrero de 2024, cuando el primer ministro Manuel Marrero Cruz llamó a su hermano para informarle que sería destituido al día siguiente por “mal trabajo” y que debía empezar de inmediato a entregar toda la documentación del ministerio.

Curiosamente, al día siguiente Díaz-Canel felicitó públicamente a Alejandro Gil por su gestión en la red social X, a lo que el exministro respondió que continuaría trabajando y “haciendo revolución”. Más tarde, el 6 de febrero, el mandatario volvió a saludarlo por su cumpleaños, algo que María Victoria interpreta como evidencia de que el presidente ignoraba la maniobra que se estaba fraguando en su propio gobierno.

El proceso posterior fue, según la hermana del exministro, largo y silencioso. Durante semanas, Alejandro Gil acudió al Ministerio de Economía para entregar archivos acumulados en cuatro años de gestión. El 24 de febrero fue citado a la oficina de Marrero, donde lo esperaban dos oficiales de la Seguridad del Estado. Allí le comunicaron que quedaba bajo investigación y que sería sometido a una especie de “reclusión domiciliaria”, sin explicaciones públicas ni garantías procesales.

María Victoria subraya que la Seguridad del Estado domina todo el caso, y que el sistema judicial cubano está subordinado a intereses políticos. Asegura que su hermano es acusado de espiar para la CIA, pero hasta ahora ninguna autoridad ha explicado en qué consistiría el delito, ni se ha publicado información sobre el juicio, la evidencia o la defensa.

El relato familiar se convierte así en la única ventana a un proceso envuelto en secretismo, un caso que evidencia cómo la justicia en Cuba funciona más como un instrumento de control que como un mecanismo de verdad. Mientras el régimen guarda silencio, los cubanos solo pueden atisbar la magnitud del proceso a través de la denuncia de una hermana que sigue defendiendo la memoria y la integridad de su familiar.

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