Médicos desahucian a niña cubana en La Habana y sus familiares piden ayuda para conseguir una ambulancia que la lleve a su casa en Granma

Redacción

Mientras el Gobierno cubano presume en discursos y tribunas de su “sistema de salud ejemplar”, una familia de Granma está viviendo una realidad que no sale en la prensa oficial: una niña desahuciada que no puede volver a su casa porque ni siquiera hay una ambulancia disponible. Parece un chiste cruel, pero es Cuba, así que no hace gracia.

La historia de Erika ha puesto al descubierto, otra vez, la precariedad sanitaria y el abandono institucional que sufren miles de familias en la Isla. Una menor con una enfermedad irreversible solo quiere pasar sus últimos días con sus hermanitas en su hogar, pero para eso hace falta un transporte médico que el Estado no garantiza ni en los casos más críticos.

Neldis Maceo Cabrera, familiar de la niña, tuvo que pedir auxilio en Facebook con un mensaje que rompió el alma a cientos de cubanos. Los médicos ya les dijeron que no hay tratamiento posible, que se hizo todo lo que se podía, y que ahora solo queda cuidarla y cumplir su voluntad. Pero el traslado debe ser en ambulancia, y si la familia espera por la estatal, puede pasar un mes. Un mes que la niña probablemente no tiene.

Ante la desesperación, una internauta se ofreció a pagar una ambulancia privada para mover a la pequeña desde el Hospital Juan Manuel Márquez, en La Habana, hasta Granma. Y lo dejó claro sin rodeos: el régimen no garantiza el servicio. Así, mientras en la televisión se habla de “servicios gratuitos y universales”, en la vida real una familia cubana depende de donaciones y publicaciones en redes para que su hija pueda morir acompañada.

Contacto de la mamá, Neldis: +53 5 1541589
Erika merece llegar a casa con dignidad y amor

Los médicos explicaron que Erika padece malformaciones arteriovenosas complejas de grado V en arterias principales del cerebro, sin posibilidad de operar. Por eso indicaron que debía regresar a casa, porque ya su etapa médica terminó y ahora lo importante es el afecto familiar. Pero ni en esa última despedida el Estado asume el mínimo indispensable.

La niña, una estudiante destacada y llena de luz, solo quiere estar con sus hermanitas en sus últimos días. Ese derecho elemental —morir arropada en su hogar— depende del bolsillo de otra persona, de una cadena de solidaridad digital y de la compasión entre cubanos. No del Gobierno que se pasa la vida hablando de dignidad humana.

Mientras el régimen aplaude su modelo sanitario en foros internacionales, en los hospitales del país la realidad es otra: pacientes esperando medicinas, madres rezando por transporte, niños desahuciados sin ambulancia.

En Cuba, el discurso oficial habla de grandeza. La realidad, sin embargo, sigue pidiendo auxilio.

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