Si pensabas que ya lo habías visto todo en Cuba, espera a escuchar esto. En Camagüey acaban de arrestar a varios trabajadores del cementerio provincial por vender, supuestamente, bóvedas y espacios para entierros como si fueran parcelas inmobiliarias. Sí, literal: hasta para descansar en paz hay que negociar “por la izquierda”.
Un nuevo capítulo del eterno cuento de la corrupción estatal acaba de salir a la luz, y este viene directo desde uno de los lugares donde menos uno espera chanchullos: un cementerio. Según reportes, estos empleados aprovecharon la necesidad de las familias para sacar dinero extra por debajo del tapete.
La información salió a través de la página oficialista Verdades a Través del Móvil, que publicó en Facebook que varios trabajadores fueron detenidos por supuestamente estar metidos en un negocio de venta de bóvedas a cambio de efectivo. Una práctica que, según las autoridades, “empaña la dignidad de los servicios funerarios”. Como si la dignidad no estuviera ya en crisis hace años.
Los reportes aseguran que fue la Policía y el Ministerio del Interior quienes realizaron los arrestos, acusando a los empleados de beneficiarse económicamente de manera ilegal. Y, como siempre, se apresuraron a aclarar que los acusados serán llevados ante los tribunales respetando todas las garantías procesales. Lo que no aclararon es quiénes son los detenidos ni cuán grande era el negocio que tenían montado.
Pero mientras el discurso oficial se queda en generalidades, la periodista independiente Yaima Pardo soltó datos más picantes en sus redes: vecinos del municipio llevan tiempo denunciando que los precios “por fuera” de los servicios funerarios se han disparado por el colapso del sistema estatal. Según esos testimonios, una cremación puede costar ¡hasta 30,000 pesos cubanos! Una cifra imposible para la mayoría.
Las autoridades dijeron que la investigación sigue en curso y que podrían aparecer más implicados. Nada nuevo bajo el sol: desde hace años se repite el cuento de “combatir irregularidades”, pero cada mes explota un caso nuevo dentro de alguna entidad estatal.
Y, por si fuera poco, este escándalo llega cuando el cementerio de Camagüey ya estaba en el ojo del huracán. Las críticas por su estado deplorable han sido constantes: bóvedas rotas, calles llenas de maleza, basura, estructuras vencidas… y eso por no hablar de los restos humanos que se han visto expuestos entre la hierba, algo que indignó profundamente a los ciudadanos.
De hecho, la propia empresa de Comunales intentó justificar el desastre alegando falta de materiales y recursos. Lo de siempre. Nadie asume responsabilidad ni explica cómo se supone que las familias deben sentir paz cuando van a visitar a sus muertos.

Hace apenas unos días circularon imágenes de huesos y lápidas destrozadas tiradas entre la basura. Una mujer compartió las fotos junto a un comentario que se hizo viral: “Ni después de muerto se descansa en este país”. Y tiene razón.
Y esto no termina ahí. En agosto se reportaron robos de lápidas, crucifijos e incluso estructuras completas dentro del mismo cementerio. Vecinos aseguran que no hay vigilancia, que reina el abandono institucional y que por eso los actos vandálicos se repiten sin consecuencias reales.
El resultado: dolor, indignación y una sensación cada vez mayor de que, en Cuba, la desidia estatal no respeta ni a los que ya no están.







