Ómnibus del transporte público queda destrozado tras violento accidente en puente a las afueras de La Habana

Redacción

El parabrisas de una guagua del transporte público terminó reducido a añicos tras un fuerte accidente en el puente de Berroa, en las afueras de La Habana. El hecho ocurrió de madrugada, según contó el usuario Roberto Pantaleón en Facebook, y reaviva una realidad que todo cubano conoce: las carreteras están en ruinas y el transporte público cada día es un milagro sobre ruedas.

Por ahora no se han revelado las causas que hicieron que el ómnibus terminara empotrado contra el muro de contención del puente. Lo único claro es que la imagen vuelve a mostrar la precariedad en la que circulan miles de pasajeros todos los días, mientras las autoridades mantienen su clásico silencio oficial, como si el accidente jamás hubiera ocurrido.

El episodio llega apenas un día después de otro siniestro en el tramo conocido como La Gloriosa, en la carretera que une Gaspar con Ciego de Ávila. Conductores y vecinos de esa zona llevan tiempo advirtiendo que los accidentes se han vuelto cosa de todos los días, y que nadie hace nada para arreglar carreteras, mejorar señales o poner un mínimo de orden.

Y para colmo, el lunes pasado se reportó otro fuerte accidente en la vía que conecta Caibarién con Yaguajay, donde varias personas resultaron heridas y uno de ellos terminó en el quirófano. En ese caso, el protagonista fue un ómnibus Yutong perteneciente a la Empresa Constructora Militar de Villa Clara, identificado como el carro 018, que terminó volcado según informaron usuarios en redes sociales.

Cada uno de estos hechos tiene un denominador común: infraestructura abandonada, vehículos desgastados y un sistema de transporte que hace agua por todas partes, mientras el Gobierno cubano prefiere invertir millones en hoteles vacíos en vez de garantizar carreteras seguras y medios de transporte dignos.

Los accidentes se siguen acumulando, los heridos también, y el régimen sigue actuando como si nada pasara. En Cuba, viajar en guagua se ha convertido en una ruleta rusa, y el pueblo es siempre quien paga las consecuencias del abandono y la improvisación oficial.

Habilitar notificaciones OK Más adelante