El último escándalo viral desde Matanzas tiene de todo: robo, persecución, un choque absurdo y una lluvia de comentarios indignados en redes sociales. Todo comenzó en el Hospital Pediátrico “Eliseo Noel Caamaño”, donde dos cubanos decidieron llevarse un carro como si el parqueo fuera un autoservicio… pero la aventura les duró menos que un apagón en verano.
Según denunció el perfil oficialista “Con Todos La Victoria”, el robo del vehículo ocurrió en una zona del hospital donde no había vigilancia. Una grieta más dentro del eterno problema de la seguridad institucional en Cuba. Pero si algo quedó claro es que los ladrones no estaban hechos para la vida del crimen: su fuga terminó abruptamente cuando estrellaron el carro contra una motocicleta parqueada justo afuera del mismo hospital. No se puede ser más desafortunado.
La Policía Nacional Revolucionaria llegó rápido a la escena y detuvo a los implicados, identificados como Ricardo Pérez Arestuche y Abraham Alexis González González. Este último ya tenía antecedentes por robo con fuerza, lo que generó aún más indignación entre los usuarios: “¡¿Cómo es posible que alguien con historial esté suelto?!”, se preguntaron muchos. Ambos fueron llevados a una estación policial y ahora enfrentan cargos ante la justicia.
Como era de esperarse, la noticia desató un mar de reacciones en redes. La mayoría de los comentarios exigían mano dura: frases como “tolerancia cero”, “que no salgan más nunca” o “trabajos forzados para que aprendan” se repitieron como estribillo en un concierto de reguetón. Incluso hubo quien mencionó “castigos como en El Salvador”, sacando a pasear al infaltable Bukele en debates sobre seguridad.
Pero junto a los pedidos de castigo extremo, también afloró un tema espinoso: la desconfianza en el sistema penal cubano. Muchos cuestionaron cómo un reincidente estaba en la calle y recordaron casos donde ni el carro reapareció ni el delincuente pagó consecuencias reales. Una usuaria recordó que hace dos meses robaron un auto del parqueo del Hotel Guanina y “todavía no hay ni rastro”.
Sin embargo, no todo fue linchamiento digital. También hubo quienes pidieron calma y recordaron que “no somos jueces ni abogados”. Una internauta incluso defendió a uno de los acusados, denunciando que la avalancha de ataques estaba teñida de racismo y prejuicios. El debate se puso caliente cuando comenzaron a aparecer comentarios señalando la apariencia física o el color de piel de los acusados como “prueba” de culpabilidad. Otros saltaron al ruedo para recordar que “los delincuentes no tienen color” y condenaron el clasismo de algunos mensajes.
Y entre toda esta tormenta, surgió otra pregunta clave: ¿cómo es que en un hospital pediátrico, supuestamente con parqueo vigilado, se puede robar un carro sin que nadie lo note? Las versiones chocaron: algunos aseguraron que el área es pública y que se cobra por cuidarla, mientras otros insistieron en que es un espacio restringido solo para personal autorizado. Un reflejo más de la falta de claridad, control y responsabilidad en instalaciones estatales.
Al final, este incidente no solo expuso a dos individuos que terminaron presos tras una huida torpe, sino también el malestar profundo de una población cansada, frustrada y cada vez más escéptica ante un sistema que promete seguridad, pero que a menudo parece quedar en promesas.







