Sandro Castro volvió a encender las redes con una ronda de preguntas en Instagram que desató otra ola de comentarios. El joven, conocido por sus polémicas salidas públicas y por ser nieto directo del fallecido dictador Fidel Castro, recibió una pregunta sobre aquella plataforma que juró que competiría con elTOQUE en la creación de una tasa alternativa para el cambio de divisas en Cuba.
Sandro respondió en letras mayúsculas que el proyecto ya existe en formato digital, pero que todavía necesita el respaldo del propio gobierno cubano para operar. Según escribió, la plataforma está lista, pero requiere una autorización oficial para funcionar “legal, transparente y seria”, en contraste, según él, con “el descaro” de elTOQUE. De paso, insinuó que el proyecto ya tiene nombre e identidad visual, y que se llamaría “Vampicash Cup”, aunque aún no hay señales de que esté siquiera cerca de operar públicamente.
El mensaje dejó claro que Sandro no espera lanzar nada mientras no tenga luz verde del régimen, una dependencia que demuestra lo que ya todos sabemos: en Cuba ningún proyecto económico serio funciona sin arrodillarse primero ante la burocracia que lo controla todo, incluso si quienes lo impulsan llevan uno de los apellidos más pesados del país.
Su comentario llega después de semanas en las que Sandro ha mantenido un ataque abierto contra elTOQUE, acusando al medio independiente de manipular el mercado informal del dólar. A principios de noviembre aseguró que elTOQUE habría ganado “128 millones en un día”, supuestamente al provocar subidas en la tasa, y afirmó que trabajan coordinados con compradores privados y plataformas como Revolico para influir artificialmente en los precios.

El nieto del dirigente también contó que su idea era organizar a dueños de mipymes de la isla para fijar una tasa alternativa, similar a la que —según él— usaría el Banco Central de Cuba en algunos hoteles. Incluso anunció la creación de grupos de WhatsApp para coordinar decisiones colectivas, como si fuera posible diseñar una economía funcional desde un chat grupal en pleno apagón.
Sin embargo, poco después, en una aparición de su espacio “Notisandro”, Sandro guardó total silencio sobre la plataforma prometida, pese a dedicar tiempo a ironizar sobre la realidad cubana, desde la falta de divisas hasta los apagones constantes. La omisión coincidió con rumores que apuntaban a que el propio Banco Central estaría trabajando en una nueva tasa oficial.
En otra intervención el 19 de noviembre volvió al ataque contra elTOQUE, esta vez acusándolo de “terrorismo financiero”, aunque también reconoció que no creía que la plataforma recibiera financiamiento de Estados Unidos. Sobre el equipo periodístico del medio, habló de “una élite oscura” que, según él, responde con evasivas y medias tintas.
Lo cierto es que no existe ninguna prueba pública de que “Vampicash Cup” funcione más allá de la imaginación de Sandro Castro. Ni plataforma accesible, ni detalles técnicos, ni pruebas de operación en pruebas cerradas. Él mismo admite que la idea está digitalmente desarrollada, pero en pausa esperando permiso oficial para salir a la calle.
Su discurso, eso sí, intenta presentarlo como un mediador entre inversionistas privados, mipymes, emprendedores y el sistema estatal. Pero al mismo tiempo, sus llamados a bloquear elTOQUE, a promover su censura e incluso a pedir que se “tire fuerte” con ataques digitales al medio, han desatado críticas por incitación al hostigamiento y por reforzar esa cultura de represión que el régimen cubano usa contra cualquier voz independiente que le resulte incómoda.
Al final, mientras el mercado cambiario cubano sigue hundido, la inflación galopa y los cubanos pelean con la moneda como quien pelea con el pan, Sandro Castro continúa vendiendo promesas digitales que dependen por completo de un sistema que solo aprueba lo que le conviene. Como casi todo en Cuba, su proyecto está sentado en la sala de espera del paternalismo estatal… y no parece que vaya a saltar la cola pronto.







