Sandro Castro dice que una «traición» como la de Alejandro Gil «se paga con la muerte»

Redacción

Sandro Castro, el nieto del difunto dictador, volvió a encender las redes con sus palabras incendiarias. En un juego de preguntas y respuestas en Instagram, soltó sin tapujos que “la traición se paga con la muerte”, refiriéndose al exministro Alejandro Gil. Aunque aseguró respetar los “asuntos gubernamentales”, no dejó dudas sobre su postura frente a quienes, según él, traicionan al régimen.

La familia de Gil ha sido la primera en romper el silencio. María Victoria Gil, hermana del exfuncionario, contó a Mario J. Pentón que fuentes “muy fidedignas” le confirmaron que el régimen acusa a Gil de espiar para la CIA, algo que ella califica de absurdo total. Según María Victoria, su hermano ha negado estas acusaciones “categóricamente, punto por punto” desde el inicio del proceso, y la defensa legal fue, en sus palabras, “brillante”.

La cronología que relata la hermana pone al descubierto un entramado de poder y arbitrariedad. Tras citaciones y entregas de documentos, Gil y su esposa fueron trasladados a una casa operativa del MININT, donde permanecieron cuatro meses. María Victoria creyó al principio que todo era “un gran circo”, hasta que supo que terminaron en la prisión de máxima seguridad de Guanajay, donde las visitas familiares están limitadas a 15 minutos cada 15 días.

María Victoria apunta directamente al primer ministro Manuel Marrero como el artífice principal de la caída de su hermano: “Es la persona que ha estado delante y detrás de todo esto”. Curiosamente, asegura que Díaz-Canel “no sabía nada” del proceso, lo que lo retrataría como un mandatario sorprendentemente desinformado dentro de su propia cúpula.

La sentencia, según la hermana, ya estaría escrita: “De la cadena perpetua no se va a librar”. Y mientras los silencios oficiales se mantienen, las voces familiares logran visibilizar la brutalidad interna del poder cubano y la tragedia íntima de un funcionario que pudo irse y decidió quedarse.

El juicio contra Alejandro Gil concluyó hace 10 días, en audiencias a puerta cerrada y bajo un estricto hermetismo, sin presencia de prensa independiente y con acceso restringido a familiares. Gil enfrenta acusaciones por espionaje, malversación, cohecho, evasión fiscal, lavado de activos, falsificación de documentos públicos, tráfico de influencias y actos en perjuicio de la economía, entre otros delitos.

Ningún medio estatal ha publicado detalles sobre las pruebas o argumentos presentados en el juicio. Todo apunta a que la condena servirá como mensaje disciplinario dentro de la cúpula política, en un contexto donde la crisis económica, sanitaria y política en Cuba sigue escalando, mientras la opacidad y el secretismo continúan siendo la norma.

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