¡Ultima Hora! Régimen aprueba que las MiPymes y cooperativas privadas comiencen la venta de productos a precios de mayoristas

Redacción

El Consejo de Ministros volvió a salir con otro paquete de disposiciones económicas que, según el discurso oficial, buscan “reimpulsar la economía” y redefinir las relaciones entre el sector estatal y los actores privados. Esta vez el Gobierno aprobó nuevas reglas para expandir la venta mayorista por parte de las Mipymes y cooperativas no agropecuarias, una decisión que llega en un momento crítico del mercado cubano, donde los precios se disparan y las restricciones han venido asfixiando al emprendimiento nacional.

En la reunión mensual del órgano de Gobierno, la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, presentó el informe que da forma a este reordenamiento de la comercialización privada. Se trata de cambios que el régimen vende como un avance, aunque el contexto del último año recuerda exactamente lo contrario: controles, cierres, decomisos y limitaciones que han golpeado durísimo al sector no estatal.

Uno de los puntos centrales es la ampliación de las relaciones comerciales al por mayor. Las Mipymes y cooperativas autorizadas podrán contratar con entidades estatales, instituciones públicas, organizaciones religiosas, empresas extranjeras y otros actores económicos dentro y fuera de zonas como el Mariel. En el papel, esta red de relaciones parece un paso hacia la normalización de un mercado mayorista que lleva años funcionando a medias, torpedeado por regulaciones, controles políticos y la eterna desconfianza del régimen hacia la iniciativa privada.

También se ratificó que quienes producen podrán vender tanto al por mayor como al detalle, incluyendo materias primas relacionadas con su actividad. Sobre el papel suena lógico: permitir que los que trabajan y producen puedan comerciar y expandirse. Pero en Cuba una cosa es el discurso y otra muy distinta es lo que pasa en la vida real, donde cada permiso, cada factura y cada trámite suele depender de una ventanilla, una firma o un funcionario con poder para decidir quién avanza y quién se queda varado.

La creación de nuevas empresas mayoristas también deberá aprobarse mediante la plataforma estatal correspondiente, y solo serán autorizadas si encajan con la llamada estrategia de desarrollo territorial del Gobierno. En otras palabras, lo que supuestamente es una “apertura” sigue estando bajo un modelo centralizado donde el Estado decide quién entra al juego y quién no.

Díaz Velázquez aseguró que esta nueva normativa permitirá organizar el comercio privado, aumentar la oferta y reducir los precios al consumidor, una promesa que ya hemos escuchado demasiadas veces sin resultados visibles. Desde el propio régimen se argumenta que la medida es fruto de consultas con gobiernos locales y representantes de Mipymes, pero queda la duda de cuánta opinión real pesa en decisiones tomadas desde arriba.

El primer ministro Manuel Marrero intentó bajar la presión afirmando que esta regulación “no es prohibitiva” y que permitirá dinamizar el comercio minorista, basado precisamente en una red mayorista. Pero basta mirar los últimos doce meses para recordar que el Gobierno ha aplicado restricciones severas, cancelado licencias y puesto trabas constantes que han hundido a productores y trabajadores por cuenta propia, mientras los precios siguen subiendo y el poder adquisitivo de los cubanos se derrumba.

Aunque la propaganda intenta vender estas medidas como una gran flexibilización, la sensación entre muchos emprendedores es distinta: todo sigue dependiendo del control estatal, ahora maquillado de modernización administrativa. Con tanta burocracia, supervisión política y permisos centralizados, la duda es inevitable. ¿Estamos ante una apertura real o ante una remodelación del mismo control de siempre, envuelto esta vez en lenguaje técnico y frases de manual?

La economía cubana está al borde del colapso y el sector privado, pese a todas las dificultades, se ha convertido en la única chispa de actividad en medio del apagón productivo estatal. Falta ver si estas disposiciones serán una puerta para respirar o solo otra cortina que mantenga a las Mipymes bajo la misma cadena, aunque ahora con un nuevo candado.

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