Un pederasta condenado en España halla su escondite perfecto: La Habana

Redacción

Parece que La Habana se ha convertido en el patio de atrás perfecto para quienes huyen de la justicia. El último caso que sale a la luz es el de Martiño Ramos Soto, un expolítico y profesor español que recibió una condena de 13 años por violar de manera repetida y sádica a una alumna de apenas 12 años. Ahora, según revela el diario EL ESPAÑOL, este individuo estaría viviendo como si nada en la capital cubana, haciéndose llamar “Martín Soto”.

La noticia, que fue un bombazo este domingo, detalla que Ramos Soto, quien fuera figura en la formación gallega “En Marea”, lleva instalado en La Habana desde julio de este año. Aprovechando que estaba en libertad provisional a la espera de entrar en prisión, el condenado, de 45 años, simplemente desapareció del mapa y cruzó el charco.

¿Y a qué se dedica el fugitivo en la isla? Según las investigaciones, ahora se presenta como “fotógrafo documental”. Se pasea con toda tranquilidad por El Vedado, participa en talleres de fotografía y hasta se le ve en exposiciones colectivas. Ha cambiado hasta su apariencia: ropa holgada, la cara afeitada… un disfraz completo para borrar la imagen del “profe” que daba lecciones de feminismo en Ourense.

Lo más grave es que en su nuevo entorno en Cuba, nadie sospecha de su pasado oscuro. Nadie sabe que sobre él pesa una condena firme por violar a una menor en al menos diez ocasiones. Una fuente que ha coincidido con él comentó al medio: “Dice que es fotógrafo documental. Que vino buscando tranquilidad”. Y parece que la ha encontrado, protegido por la opacidad de un régimen que no suele preguntar de dónde vienen los que llegan.

La Audiencia Provincial de Ourense, al darse cuenta de la fuga, emitió una orden de búsqueda y captura internacional. Pero ahí sigue, tan campante.

El caso, en toda su crudeza

Este redescubrimiento del paradero de Ramos Soto nos obliga a recordar la monstruosidad de sus crímenes. No fue un hecho aislado, sino un calvario que se extendió por años, desde que la víctima tenía 12 hasta los 16 años. Los jueces no dudaron en calificar los abusos como “sádicos”.

La estrategia del condenado fue de una bajeza absoluta. Según se supo, contactó a la niña con un perfil falso en Instagram, aparentando ser un “apoyo emocional” para ella. Se aprovechó de su fragilidad para luego manipularla y exigirle material sexual.

El daño que le causó a la menor fue tan profundo que la joven tuvo que ser hospitalizada por problemas psiquiátricos. Para colmo de desgracias, cuando la niña dio la voz de alarma en su colegio, la orientadora y varias profesoras le dijeron que “eran imaginaciones suyas” y que ellas confiaban “plenamente” en Ramos Soto. ¡Qué bochorno!

El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) fue claro al señalar que el acusado “era perfectamente conocedor de la fragilidad emocional de la víctima” y se aprovechó de ello para presentarse como su apoyo, mientras la destruía.

Esta fuga revela la doble vida de un hombre que se movía con soltura en círculos de izquierda, como Izquierda Unida y En Marea. Participaba en actos y debates, fingiendo un compromiso con la lucha de las mujeres mientras violaba a una niña en su propia casa.

Y, como era de esperar, los medios oficialistas cubanos, siempre tan rápidos para lo que les conviene, guardan un silencio absoluto sobre la presencia de este criminal en su territorio. Mientras, en La Habana, un violador convicto pasea por El Vedado, tomando café y viviendo como si la justicia no fuera con él.

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