Ciego de Ávila: dos detenidos por vender “químico” mientras la crisis de drogas sigue subiendo

Redacción

Dos hombres terminaron tras las rejas esta semana después de que la policía los sorprendiera vendiendo “químico”, esa droga sintética que está arrasando con la juventud cubana y que el régimen es incapaz de contener, según confirmó una fuente cercana al Minint.

Los detenidos, identificados como Yan Miguel Salinas y Juan Miguel Chinea por el perfil oficialista “Avileños de Corazón”, estaban en plena faena cuando les cayó encima la patrulla. Y para rematar el show, uno de ellos salió corriendo como si aquello fuera un maratón improvisado, pero lo atraparon enseguida. Se les acabó el jueguito.

El post no dio detalles sobre cuánta droga tenían encima ni cómo se desarrolló exactamente la operación, pero sí lanzó la típica descarga moralista: “No tienen una gota de sentimientos, su único objetivo es hacer dinero a cualquier costo.” Una frase que, irónicamente, podría aplicarse a más de un burócrata en este país.

La epidemia del “químico” sigue fuera de control

El Minint lleva meses publicando “golpes al delito” como este para demostrar que están enfrentando la ola de cannabinoides sintéticos, mejor conocidos como “químico” o “papelito”. Pero lo cierto es que la droga está corriendo por los barrios como agua sin contenedor, con efectos devastadores especialmente en jóvenes y hasta en menores de edad.

En redes sociales, muchos cubanos pidieron mano dura y condenas más fuertes. Pero la realidad es terca: por más operativos que anuncie el régimen, el negocio sigue subiendo como la espuma. La estrategia oficial está fracasando, porque la raíz del problema no se arregla con patrullas ni dictámenes del Tribunal Supremo.

A mediados de septiembre, el propio Minint reconoció que había arrestado más de 1,500 personas por delitos vinculados a las drogas en lo que iba de año. También dijeron haber incautado 81 kilos de narcóticos, miles de plantas y semillas, armas y hasta redes delictivas dentro del Aeropuerto José Martí. Pero aun así, el consumo no baja. Al contrario: se multiplica.

Castigos más severos, resultados más pobres

El régimen quiere frenar la crisis con sentencias cada vez más duras. Este año, el Tribunal Supremo subió las condenas para quienes posean o distribuyan drogas sintéticas, con la intención de imponer miedo. Pero ese enfoque represivo se queda cojo en un país donde la falta de oportunidades, la desesperanza y la miseria empujan a muchos a traficar y a otros tantos a consumir lo que aparezca.

Mientras tanto, los casos se repiten, las denuncias crecen y el Estado insiste en mostrar presos como trofeos, en vez de atacar las causas profundas del fenómeno.

Por ahora, lo único que está claro es que el “químico” llegó para quedarse. Y el régimen, como casi siempre, va corriendo detrás del problema, sin control real ni solución a la vista.

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