En un país donde encontrar un antihipertensivo es casi ciencia ficción y donde los hospitales funcionan a media máquina, el régimen vuelve a apostar por lo único que le queda: vender milagros en frascos y bolsitas de té. Esta vez lo hizo en la FIHAV 2025, donde el grupo estatal Labiofam se apareció con un té que, según ellos, ayuda a controlar la diabetes y la presión arterial. Como si con infusiones mágicas se pudiera resolver un desastre estructural provocado por décadas de abandono y mala gestión.
El diario oficial Tribuna de La Habana celebró el lanzamiento del Té de Alofin, también llamado “Té de Palo de Caja”, una infusión que ya se vende en China y que ahora quieren colar en el mercado cubano como alternativa natural para pacientes con enfermedades crónicas. Todo esto ocurre mientras las farmacias siguen desiertas y los enfermos deben mendigar medicamentos por redes sociales.
El director general de Labiofam, Julio Reinaldo Iglesias, aseguró que traen una batería de nuevos productos, desde suplementos de Vimang y espirulina hasta el famoso Vidatox, ese remedio elaborado con toxina de alacrán que el régimen ha promocionado durante años como si fuera una especie de bálsamo milagroso para dolores e inflamaciones tumorales. La crítica científica internacional lo ha puesto en su sitio, pero el discurso oficial sigue vendiéndolo como si fuera oro líquido.
La empresa estatal también presume de su nueva línea alimentaria basada en maíz, con maicena y yogures probióticos marca Paraíso. Una estrategia que suena más a intento desesperado de llenar estantes vacíos que a un verdadero desarrollo industrial. Aun así, dicen tener acuerdos internacionales, incluyendo uno con Vietnam, para financiar nuevas líneas de producción. La realidad es que en Cuba no hay ni medicinas básicas, pero eso sí, productos milagrosos no faltan.
El noni vuelve a escena como salvador de última hora
En medio de esta ola de “productos maravillosos”, la prensa oficial decidió rescatar otro viejo personaje: el noni, aquella fruta que en los noventa vendieron como si fuera capaz de curar desde migrañas hasta cáncer. El órgano del Partido en Las Tunas le dedicó un reportaje entero, exaltando sus supuestas propiedades inmunoestimulantes y recordando su época dorada como “fruta milagrosa”.
No es casual que el régimen vuelva a empujar estos discursos justo ahora. Con los hospitales sin medicamentos, con pacientes recurriendo a grupos de Facebook para conseguir antibióticos, y con una industria farmacéutica prácticamente paralizada, necesitan vender esperanza aunque sea envuelta en hojas, semillas o polvo de frutas exóticas.
El problema es que Cuba no necesita milagros. Necesita medicinas, hospitales que funcionen, personal equipado y una gestión sanitaria seria, no propaganda disfrazada de ciencia. Pero mientras el régimen siga prefiriendo la apariencia al contenido, el pueblo tendrá que seguir inventando, resolviendo y aferrándose a remedios naturales… porque el Estado, una vez más, no da para más.







