En Santiago de Cuba, la tinta y el spray se han vuelto armas de protesta. Este sábado, el opositor cubano José Daniel Ferrer García, líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), denunció que varias personas fueron detenidas por supuestamente pintar grafitis antigubernamentales en la ciudad. Sí, escribir en las paredes hoy es un delito para el régimen.
Entre los detenidos está Liusban John Utra, activista de UNPACU y Cuba Decide, quien fue trasladado a la provincia de Las Tunas. También cayeron cuatro residentes locales que no forman parte de ningún grupo opositor organizado: Josefina Reyes Londres, Ulises Reyes Ramis, su hijo y un vecino. Ferrer denunció que estas detenciones son arbitrarias y parte de una estrategia de intimidación.
El contexto es claro: en las últimas semanas, Santiago de Cuba ha amanecido con grafitis que dicen “Abajo la dictadura”, “Patria y Vida” o “Libertad para los presos políticos”, pintados en muros, postes eléctricos y calles principales. Para Ferrer, cada detención injusta solo incentiva más pintadas: “Cuanto más inocentes detienen, más grafitis contra la tiranía y a favor de la libertad de los presos políticos aparecen por pueblos y ciudades de Cuba”, afirmó el disidente.
Fuentes locales indican que la Seguridad del Estado realiza redadas nocturnas y registros domiciliarios buscando a los presuntos autores. Algunos vecinos reportan patrullas y agentes de civil rondando las zonas donde aparecieron las pintadas, creando un clima de vigilancia constante que recuerda a épocas de represión intensa.
La ley cubana no ve estas acciones como simples expresiones ciudadanas: los grafitis políticos se consideran “propaganda enemiga” o “desacato a las autoridades”, y los responsables pueden enfrentar hasta ocho años de prisión. Organizaciones como Prisoners Defenders y el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) denuncian que esta criminalización de la protesta pacífica es parte de un patrón sistemático del régimen para silenciar voces críticas.
“Pintar una pared o escribir una consigna no es un crimen; es una forma legítima de protesta ciudadana. Detener a personas por esto demuestra el miedo del régimen a la opinión pública”, afirmó un portavoz del OCDH desde Madrid, dejando claro que estas acciones de la calle son símbolos de resistencia.
En los últimos meses, no solo Santiago, sino también Holguín y Matanzas, han visto un aumento de grafitis y carteles anónimos contra el gobierno. En medio del deterioro económico, los apagones y la escasez de alimentos y medicinas, los mensajes escritos de noche o al amanecer se han convertido en una de las pocas formas visibles de protesta dentro de la Isla, mostrando que la voz de la calle no se deja callar.










