El exjefe comunista Yuniel Báez Pedrera acaba de caer en desgracia… pero esta vez no en Cuba, sino en Miami. El hombre aterrizó tranquilito después de un viajecito a la Isla, y al pasar por inmigración le saltó en la cara lo que llevaba rato evitando: presunto fraude en su proceso de residencia. Y ya tú sabes cómo se pone el sistema cuando huele mentira.
Ahora mismo, Báez —46 años y un historial rojo rojísimo— está encerrado en el centro de detención de Krome, sin mucha vuelta que darle, esperando que un juez de inmigración decida qué hacer con él. Según confirmó Martí Noticias, todo apunta a que escondió datos clave sobre su vida como engranaje del régimen cubano, un detalle que en Estados Unidos no pasa por debajo del tapete, y menos si llegó amparado por la Ley de Ajuste Cubano.
Durante más de diez años, Báez Pedrera fue el primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas en La Habana, una estructura que funciona como cantera directa del Partido Comunista. En aquella etapa andaba, micrófono en mano, predicando sobre la “formación revolucionaria” de la juventud y vendiendo la UJC como “el alma de la nación”. Pura consigna, puro teatro del sistema.
Pero en septiembre de 2022 apareció en la frontera sur de Estados Unidos diciendo que era víctima de persecución política. Sí, persecución… del mismo aparato que él defendió con uñas, dientes y discursos. Esa jugada le funcionó al principio: consiguió la residencia permanente y hasta se estableció tranquilamente en Gainesville, Florida. La fiesta duró poco.
Las autoridades norteamericanas detectaron las omisiones en sus documentos y comenzaron a hilar fino. Ahora, Báez tendrá que explicar cómo se pasa de ser cuadro fidelísimo del régimen a “perseguido político” en apenas un vuelo. La historia es vieja, pero nunca deja de sorprender: funcionarios que vivieron del sistema, que ayudaron a sostenerlo, que callaron ante los abusos, y que luego cruzan la frontera intentando reescribir su propio expediente.
El caso de Báez vuelve a exponer una realidad incómoda: mientras millones de cubanos huyen del país con verdaderas historias de dolor y represión, los mismos que fueron máquina del régimen intentan colarse como víctimas para asegurarse una vida nueva. Esta vez, la farsa parece haber quedado al descubierto.










