Un accidente en el kilómetro 115 de la Autopista Nacional, rumbo a La Habana, terminó solo con daños materiales gracias a la suerte, porque en Cuba la suerte sigue siendo más eficaz que cualquier sistema de seguridad vial. El chofer, según publicó Rafael Socorro en el grupo ACCIDENTES BUSES & CAMIONES, simplemente se quedó dormido. Perdió el control, cruzó hacia la senda contraria, regresó a su carril y acabó incrustado contra una mata. Milagrosamente, nadie salió lesionado.
Socorro, que acompañó las imágenes con un mensaje de advertencia, recordó que estas fechas son peligrosas y que manejar con sueño es una ruleta rusa. Y sí, el cansancio fue el detonante, pero la historia no termina ahí.
En los comentarios se confirma que no hubo fallecidos, lo cual en Cuba ya es una noticia positiva por sí sola. Pero el incidente deja otra vez en evidencia que el problema no es solo humano. La isla entera maneja sobre una infraestructura vial que parece escenario de guerra.
El parque automotor envejecido, remendado y mantenido “a lo que aparezca” convierte cada viaje en una apuesta. Las carreteras, desde la Autopista Nacional hasta cualquier carretera secundaria, están en un nivel de abandono que asusta. Baches que parecen cráteres, señalización inexistente, zonas oscuras donde uno avanza casi por fe.
Cuando la vida de millones depende de vehículos deteriorados circulando por vías destruidas, hablar de responsabilidad individual es quedarse corto. La siniestralidad en Cuba está amarrada a un país donde el régimen dejó colapsar la infraestructura mientras culpa al pueblo por los accidentes.
Esta vez no hubo víctimas. Pero el aviso está claro: en las carreteras cubanas, el sueño de un chofer es peligroso… pero el verdadero peligro es un Estado que lleva décadas dormido al volante.










