El último capítulo de Regreso al corazón hizo que medio país se quedara pegado al televisor… y el otro medio estuviera llorando por WhatsApp. La despedida de Joaquín —el personaje interpretado magistralmente por Roberto Perdomo— no fue simplemente una escena triste de novela. Fue un sacudón emocional colectivo, una de esas noches que se comentan en el trabajo, en el grupo de la familia y hasta en la cola del pan. Y es que Perdomo no se fue: se despidió dejando una marca que, todavía hoy, tiene a medio pueblo diciendo “¿pero por qué nos hacen esto?”.
Desde que arrancó el capítulo del viernes, ya se sentía esa tensión rara, ese “algo viene” que los cubanos conocemos bien. Pero nadie estaba listo para el momento decisivo. Cuando llegó la escena clave, lo que hizo Roberto Perdomo frente a cámara fue tan intenso que la ficción pareció quedarse corta. En minutos, redes sociales, chats y grupos de cubanos regados por el mundo explotaron en lágrimas, memes, gritos y aplausos.
Muchos confesaron que llevaban años sin llorar con una novela. Y otros, lidiando con los apagones eternos, contaron que se mudaron temporalmente a casa de un vecino solo para no perderse el capítulo. Incluso hubo quien dijo que cruzó el barrio entero buscando corriente. Todo eso terminó resumido en una frase que se volvió viral en cuestión de horas: “No tienes derecho a hacer llorar a un país”. Y sí, esa frase tiene la firma de alguien todavía con la voz temblando.
La escena también hizo ruido dentro de la propia industria. CubaActores, que rara vez se moja tanto, no pudo contenerse y calificó lo de Perdomo como una actuación “grandiosa y profundamente humana”. Dijeron que había trascendido la pantalla, y que el hecho de que todo un país llorara su partida en la ficción era, sin dudas, el mayor premio que un actor puede recibir. Y la verdad, lo clavaron.
Dentro del elenco, el cariño brotó por todas partes. Dalia Yacmell, quien comparte escenas intensísimas con él, le dedicó un mensaje que se volvió tendencia: “Ayer una vez más nos diste una clase magistral de actuación… qué afortunados los que podemos aprender de ti”. Y es que la relación entre Silene y Joaquín ha sido uno de los pilares emocionales de la novela, así que su reacción era casi obligatoria.







