Cubanos denuncian con preocupación que el encofrado del puente que cruza sobre el final del Malecón de La Habana se está cayendo a pedazos

Redacción

La Habana amaneció con otra preocupación encima. Un vecino de la capital decidió romper el silencio y denunció públicamente el estado crítico de un pequeño puente que conecta el Malecón con la entrada del túnel, una vía por donde pasa medio país todos los días. Las imágenes no dejan espacio para dudas: el encofrado se está cayendo a pedazos y las cabillas están al aire, como si el puente estuviera implorando auxilio.

La advertencia fue clara y directa: las autoridades deben “abrir los ojos” antes de que ocurra una desgracia. Porque aquí no estamos hablando de una grieta cualquiera. Esto es una estructura vital en una de las zonas más transitadas de La Habana, y su deterioro es tan evidente que hasta un turista distraído lo notaría.

Vecinos de la zona aseguran que el desgaste no es nuevo. El puente lleva tiempo “pidiendo cariño”, pero nadie ha puesto un pie allí para repararlo. Y así, entre salitre, abandono y falta de mantenimiento, la estructura ha ido envejeciendo como todo lo demás en la capital: a la fuerza y sin apoyo.

La preocupación crece porque el flujo de autos es constante. Cada día miles de vehículos pasan por encima de un puente que ya muestra señales de peligro real, mientras el gobierno sigue mirando hacia otro lado. La gente espera que esta denuncia provoque al menos una inspección técnica seria, porque lo que está en juego es la seguridad pública.

Este caso, lejos de ser aislado, vuelve a exponer la verdad incómoda: La Habana se está cayendo a pedazos, y el régimen sigue tratando el deterioro de la ciudad como un detalle menor. Los ciudadanos lo viven distinto. Saben que cada estructura olvidada es un riesgo más, otra ruleta rusa diaria, otro ejemplo del abandono sistemático que ya no sorprende, pero sí indigna.

La denuncia es un grito para que se atienda el problema antes de que sea tarde. Porque en Cuba, como siempre, la gente tiene que avisar antes de que la tragedia ocurra, mientras quienes deberían prevenirla siguen brillando por su ausencia.

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