Envían a Cuba 76 contenedores cargados de comida para los damnificados del huracán Melissa ¿a dónde está yendo a para tanta comida?

Redacción

Cuba está otra vez recibiendo ayuda humanitaria como quien pide fiado en la bodega. Esta vez llegan 7,110 toneladas enviadas por la ALBA, un cargamento que deja desnuda, sin maquillaje ni retórica triunfalista, la incapacidad del régimen para enfrentar la devastación que dejó el huracán Melissa.

El barco “Manuel Gual”, según mostró TeleSUR en un video publicado en X, zarpó rumbo a Santiago de Cuba cargado con materiales para reparar vías destruidas, 76 contenedores de comida y cinco retroexcavadoras. Un auxilio que debería gestionar un país normal… pero que en Cuba se convierte en evidencia del desastre estructural que el castrismo ha creado durante décadas.

El secretario ejecutivo del ALBA, Sacha Llorenti Peña, aseguró que Díaz-Canel “está en contacto permanente” con el equipo técnico extranjero que intenta levantar el tendido eléctrico. Otra muestra de que ni siquiera la corriente se restablece sin ayuda externa, a pesar de que el oficialismo intenta aparentar control.

ALBA suple lo que el régimen no puede

Peña explicó que, en semanas recientes, la ALBA ya había enviado más de 12 mil toneladas de insumos: alimentos, medicinas, juguetes y hasta ventanas para casas destruidas. Una especie de respiración asistida para un país donde la palabra “autosuficiencia” murió hace rato.

La narrativa oficial intenta vender estos envíos como solidaridad entre pueblos, pero la realidad es mucho más cruda: Cuba depende del auxilio internacional para sobrevivir porque su aparato estatal está colapsado, sin recursos, sin planificación y atrapado en una crisis que el castrismo no quiere —o no puede— solucionar.

Melissa dejó al país en ruinas

El huracán Melissa no pasó como un simple susto. Entró por el sureste a fines de octubre, salió por el noreste siete horas después y dejó atrás un escenario que cualquiera llamaría posguerra: vientos de 200 km/h, lluvias de 400 mm y un país que ya estaba en el suelo antes del ciclón.

Hubo apagones masivos, derrumbes de viviendas, carreteras cortadas, comunicaciones caídas e inundaciones severas. El desastre no lo creó Melissa: solo terminó de empujar al abismo lo que el régimen había dejado podrirse durante décadas.

La ONU lo confirma: el régimen está sobrepasado

Naciones Unidas lo dijo sin rodeos: la magnitud de la tragedia supera todo lo que se esperaba y las autoridades cubanas están “abrumadas”.

El coordinador residente de la ONU, Francisco Pichón, detalló que más de 3.5 millones de cubanos resultaron afectados, que 90 mil viviendas quedaron destruidas o dañadas y que 100 mil hectáreas de cultivos se perdieron.

La cifra habla sola: el país no tiene cómo levantarse sin ayuda, porque el Estado cubano ya no tiene capacidad de respuesta real.

Cuando la ayuda llega, el pueblo sigue esperando

Este nuevo envío de la ALBA intenta sostener lo que queda en pie mientras la Isla continúa sumida en apagones interminables, escasez de alimentos, una infraestructura colapsada y un gobierno que solo responde con consignas.

El cargamento que viene en camino busca aliviar la falta de comida, agua y electricidad en comunidades que siguen viviendo entre escombros, muchos de ellos sin saber si podrán reconstruir sus casas o si el Estado les dará alguna solución.

La imagen es clara: Cuba no se levanta porque el régimen la mantiene arrodillada, dependiendo de la dádiva externa mientras el pueblo carga con el costo de cada desastre, natural o político.

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