María Victoria Gil aclara Díaz-Canel no estuvo presente en el juicio en contra de su hermano, pero si fue «testigo de cargo» de la Fiscalía

Redacción

La expresentadora cubana María Victoria Gil decidió romper el silencio este lunes y desmontar las interpretaciones que corrieron como pólvora en redes sobre el papel del gobernante Miguel Díaz-Canel en el juicio contra su hermano, el exministro de Economía Alejandro Gil Fernández.

En una conversación con el youtuber Darwin Santana, El Mundo de Darwin, la jurista aclaró que Díaz-Canel sí actuó como testigo de cargo, pero jamás se apareció físicamente en la sala. Su versión, contó, se entregó a puertas cerradas, mediante una declaración firmada al más puro estilo de los procesos turbios del régimen.

“Yo nunca dije que él estuvo allí sentado”, explicó con firmeza. “Dije que compareció como testigo de cargo, y la ley permite varios tipos de comparecencia. La suya fue cerrada, firmada, y detallando los delitos que le están achacando a mi hermano”.

La abogada, radicada en España, dejó claro que este gesto del gobernante no es solo un movimiento político, sino un acto de pura traición hacia alguien que fue durante años su hombre de confianza.

Según ella, lo que hizo Díaz-Canel es imperdonable: “Un hombre que es capaz de traicionar a un amigo, a alguien que fue como un hermano… ese no sirve ni como político ni como ser humano”.

Recordó que la cercanía entre ambos era evidente. Díaz-Canel dirigió la tesis del propio Alejandro Gil, lo elogió públicamente incluso después de botarlo del cargo y, hasta pocos días antes del escándalo, seguía felicitándolo por su “excelente trabajo”.

Ahora, en palabras de María Victoria: “Eran uno… y ahora, para salvar su pellejo, lo entrega”.

Un juicio escondido bajo siete llaves

El proceso penal, que se extendió durante cuatro días de sesiones cerradas, se realizó bajo un secretismo absoluto, una marca registrada del castrismo cuando quiere fabricar un culpable y blindar a los verdaderamente poderosos.

Ni una sola palabra en el Noticiero, ni una línea en la prensa oficial. La familia, denunció la jurista, solo pudo entrar tras firmar un documento de “confidencialidad”, una jugada usada para amordazar a las víctimas y evitar que el pueblo conozca la magnitud real del caso.

La petición fiscal es demoledora: 30 años de prisión.

María Victoria reconoció que su hermano admite parte de los delitos económicos, pero insiste en que está siendo convertido en el “chivo expiatorio perfecto” en un sistema donde todos los que mandan están embarrados hasta el cuello.

“El poder corrompe, y en un sistema tan podrido es imposible que un ministro salga limpio. Pero no es justo que ahora todo caiga sobre una sola persona”, dijo. “Los importantes han ido desapareciendo, y mi hermano es el que está pagando la cuenta de todos”.

La denuncia que el régimen no pudo callar

Pese a la presión familiar —incluyendo súplicas de su propia sobrina para que se mantenga en silencio— María Victoria aseguró que seguirá hablando porque sabe que lo que está ocurriendo es una operación política diseñada para proteger a la cúpula y castigar al más conveniente.

“El pueblo de Cuba tiene derecho a saber qué está pasando”, afirmó con determinación. “En dictaduras no existen los derechos, pero al menos que quede constancia de la injusticia”.

Y remató con una frase que resume todo el desastre: “La única luz que puede entrar en un juicio cerrado es la que logremos colar desde afuera”.

La expresentadora dejó claro que seguirá informando, cueste lo que cueste, para que no se pierda en el silencio la verdad sobre uno de los procesos más oscuros y manipulados de los últimos años en Cuba.

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