¡Ultima Hora! Régimen cubano confirma la circulación en el país de influenza H1N1 y COVID-19

Redacción

Cuba vuelve a encender las alarmas sanitarias, esta vez por la circulación simultánea de varios virus respiratorios que están apretando en plena crisis epidemiológica. Las propias autoridades reconocieron que ahora mismo andan regados por el país la influenza H1N1 pandémica, el virus sincitial respiratorio —que castiga duro a niños pequeños y a los abuelos— y también la COVID-19, que sigue rondando aunque aseguran que con “positividad baja”. Tú sabes cómo es eso cuando viene de ellos.

La información salió este lunes en otro de esos encuentros televisados donde Díaz-Canel hace como que escucha a los científicos. En esta ocasión, los especialistas soltaron una advertencia clarita: en las próximas semanas podrían subir los contagios. Todo esto en medio de un escenario ya cargado de tensiones por el dengue y la chikunguña, dos epidemias que han dejado 33 muertos, entre ellos 21 menores de edad, según cifras que el propio Minsap tuvo que admitir a regañadientes.

Entre julio y noviembre, los laboratorios analizaron 1,423 muestras de pacientes con Infecciones Respiratorias Agudas. El panorama muestra una fuerte presencia del virus sincitial respiratorio y de la influenza H1N1, patógenos habituales de temporada, pero peligrosos para quienes están más desprotegidos. Y claro, en Cuba casi todo el mundo es población vulnerable cuando no hay medicinas, no hay transporte y no hay ni agua para lavarse las manos.

En cuanto a la COVID-19, los expertos enseñaron gráficos con picos “bajos”, aunque constantes. También admitieron que en la isla están presentes variantes monitoreadas fuera del país. Según ellos, no hay motivo para alarma, pero sí para “mantener vigilancia”. Lo curioso es que no mostraron ni una palabra sobre hospitalizaciones, disponibilidad de medicamentos o cómo demonios piensan enfrentar un aumento de casos. Es el vacío informativo de siempre, si no conviene políticamente, lo esconden.

El matemático y epidemiólogo Raúl Guinovart presentó modelos que sugieren un aumento de contagios en las próximas semanas, con mayor impacto en el oriente cubano y en la Isla de la Juventud. Sin embargo, el reporte oficial dejó la duda flotando, sin aclarar si ese incremento se refiere a arbovirosis, infecciones respiratorias o las dos cosas mezcladas. Pura ambigüedad calculada.

Díaz-Canel, como si no fuera el jefe del mismo aparato que lleva años ocultando datos, pidió “informar de manera permanente y oportuna”. Ironías del socialismo tropical, donde las verdades llegan tarde y a medias.

La confirmación de la transmisión de H1N1 y COVID-19 cae encima de otra bomba: el reconocimiento de 33 muertes por dengue y chikunguya, con 21 niños entre las víctimas. La noticia ha disparado alarmas fuera de Cuba. Prensa extranjera, incluida la canadiense, advierte que la isla vive un brote epidémico grave con un sistema sanitario desbordado, hospitales destruidos y un Estado incapaz de responder.

La situación se complica aún más con la falta de insecticidas, la escasez de medicamentos, los apagones interminables y unos índices de infestación elevados en provincias como Camagüey, Santiago de Cuba y La Habana. Es un cóctel que cualquier país serio atacaría con recursos y transparencia. Pero en Cuba, ya tú sabes: consignas primero, soluciones después… si aparecen.

En el mismo encuentro, los científicos presentaron tecnologías “avanzadas” para combatir al Aedes aegypti, desde mosquitos transgénicos hasta bacterias modificadas. Sobre el papel, suena moderno. El problema es que todo eso sigue en fase de laboratorio mientras la población enfrenta brotes reales, salas llenas y cero garantías para protegerse.

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