El régimen cubano volvió a entrar en modo “pelea callejera”, y esta vez el blanco fue la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). ¿La razón? La SIP denunció públicamente la escalada de agresiones, amenazas y represalias contra periodistas y colaboradores del medio independiente elTOQUE. Y como ya es tradición, la respuesta oficial fue puro fuego, cero pruebas y el mismo guion de siempre.
Granma —el eterno vocero del Gobierno— salió con un artículo que más parece un ataque visceral que una defensa sólida. Allí tildan a la SIP de “mentirosa” y la acusan de promover “desestabilización económica”, un mantra repetido hasta el cansancio para justificar cualquier persecución periodística.
En esa pieza, firmada por el periodista oficialista Elson Concepción Pérez, se asegura que la SIP “se montó en el carro del odio” y que Cuba solo ha actuado “democráticamente y con apego a la ley”. Según él, el régimen no hace más que “desenmascarar” a los miembros de elTOQUE, a quienes acusa —sin aportar ni una pizca de evidencia— de trabajar para intereses extranjeros y hasta provocar inflación en el país.
El artículo oficialista pinta a elTOQUE como un “engendro mediático Made in USA” cuyo supuesto objetivo es “crear penuria entre los ciudadanos”. Esta narrativa lleva semanas repitiéndose: difamaciones en televisión, amenazas, exposición pública de datos privados, ataques dirigidos desde plataformas como Razones de Cuba y figuras como Humberto López. Una maquinaria completa trabajando a toda velocidad para aplastar a un medio que hace algo tan básico como reportar la realidad.
La SIP responde: esto es hostigamiento coordinado
La reacción del régimen llegó justo después de que la SIP denunciara formalmente una campaña de intimidación contra elTOQUE. Según la organización, no se trata de un caso aislado, sino de un patrón sistemático: difamación televisiva, amenazas públicas, filtración ilegal de información personal, acusaciones inventadas como “terrorismo financiero” o “subversión”, y presiones directas contra colaboradores dentro y fuera de Cuba.
La SIP dejó claro que este acoso se intensifica especialmente con medios que publican datos incómodos, como los indicadores económicos o la tasa informal del dólar que tanto molesta al Gobierno.
Granma hace lo de siempre: atacar, desviar y no responder nada
En vez de enfrentar las denuncias, Granma decidió seguir el libreto habitual: culpar a la SIP de alinearse con Washington, acusar al periodismo independiente de ser “mercenario” y desviar la conversación hacia conflictos internacionales que nada tienen que ver con la situación cubana.
Elson Concepción incluso criticó a la SIP por no pronunciarse sobre Gaza o las dictaduras del Cono Sur. Un intento de cambiar el tema que ya hemos visto mil veces y que no resuelve la cuestión central: el régimen cubano no tolera la información que no controla.
La pieza cierra con la vieja teoría conspirativa de siempre: periodistas que van a embajadas extranjeras a recibir financiamiento para “desestabilizar el orden”. Por supuesto, cero pruebas.
Lo que hay detrás: miedo al periodismo independiente
Toda esta ofensiva ocurre mientras Cuba vive una crisis económica brutal. Y en medio de esa tormenta, medios como elTOQUE se han convertido en una referencia para entender lo que realmente sucede en la calle: inflación, precios, apagones, migración, abuso de poder.
Es lógico que el Gobierno vea esto como una amenaza —porque lo es, al monopolio de la narrativa. Y la reacción desmedida del aparato propagandístico solo confirma un punto: al régimen le preocupa más callar voces críticas que resolver los problemas del país.










