La organización Bienestar Animal Cuba (BAC) encendió de nuevo las alarmas al revelar el estado crítico de los animales en el Zoológico de 26, en La Habana. Las imágenes que compartieron en redes sociales hablan solas: desnutrición, deshidratación y criaturas que sobreviven en un entorno que luce más como un vertedero que como un espacio destinado al cuidado y la protección.
El caso del hipopótamo estremeció especialmente. Su estanque aparece convertido en un charco sucio, sin agua suficiente, sin mantenimiento y sin respeto básico hacia un animal que depende por completo de quienes deberían cuidarlo. BAC no tuvo que adornar nada: “Nada de esto debería ser normal”, escribieron con la furia contenida de quien está cansado de denunciar lo evidente.
Lo cierto es que esto no cayó del cielo. Desde hace años, el deterioro de los zoológicos en Cuba es un espejo fiel de la descomposición general del país. Instalaciones en ruinas, falta de alimento, escasez de personal capacitado y una administración que prefiere el silencio antes que admitir su incapacidad para gestionar hasta lo más elemental. Los animales, como siempre, llevan la peor parte.
BAC advirtió que seguirá destapando lo que ocurre en distintos zoológicos del país. Y hace bien, porque callar solo beneficia a quienes llevan décadas escondiendo el abandono detrás de discursos vacíos. Los animales no tienen voz, pero sus cuerpos cuentan toda la historia: huesos marcados, pelaje opaco, miradas apagadas.
Esta nueva denuncia ha provocado indignación entre activistas y ciudadanos que conocen de sobra la realidad: en Cuba, ni la gente vive con dignidad. Menos aún los animales bajo “cuidado estatal”. Lo del Zoológico de 26 no es un incidente aislado, sino otro capítulo de un país donde el abandono se ha vuelto rutina y donde las autoridades siguen demostrando que ni siquiera pueden garantizar la supervivencia de los seres más indefensos.
Mientras tanto, el régimen continúa mirando hacia otro lado, como si no fuera responsable de que incluso la vida animal esté hundida en la misma crisis que devora al país.







