Díaz-Canel culpa al “bloqueo” por el megaapagón en el Occidente de Cuba y el pueblo lo pone en su lugar

Redacción

Miguel Díaz-Canel salió este miércoles a comentar el apagón gigante que dejó a La Habana y buena parte del occidente cubano completamente a oscuras. Lo hizo hablando de una supuesta “desconexión del Sistema Eléctrico Nacional” y repitiendo, como disco rayado, que todo se debe al “bloqueo” y a la recuperación del huracán Melissa. El cuento de siempre. Pero esta vez, la respuesta en redes fue un festival de críticas, ironías y frustración acumulada por una población que ya no aguanta ni una sombra más sin corriente.

En sus cuentas de X y Facebook, el mandatario dijo que los trabajadores de Energía y Minas están enfrentando “las complejidades diarias del bloqueo y del huracán Melissa” y que “ya están resolviendo el problema”. Cerró con un “confiamos en ellos”, como si la fe fuera suficiente para encender un país entero. Ese mensaje, sin embargo, encendió fue a la gente, que se volcó a responderle con molestia, sarcasmo y un cansancio que se huele hasta sin luz.

En los comentarios predominó el rechazo a que vuelva a usar el término “bloqueo” como excusa universal para justificar lo injustificable. Muchos recordaron que la verdadera debacle está en la ineficiencia crónica del sistema eléctrico y el abandono total de las termoeléctricas, que llevan años trabajando a duras penas. Otros, más filosos, ironizaron con frases como “Cuba está desconectada desde 1959”, dejando claro que la oscuridad no empezó ahora.

Resultó especialmente indignante para los cubanos que, mientras el país amanece en tinieblas y algunos territorios pasan hasta 30 horas sin electricidad, el presidente insista en culpar factores externos. Un usuario lo resumió sin pelos en la lengua: “desconectados están ustedes de la realidad”. Y la frase corrió como pólvora.

Desde los municipios afectados también llegaron reclamos airados. Una vecina denunció que siguen sin servicio desde el paso del ciclón, con niños, ancianos, mosquitos y basura acumulada, y que nadie se ha aparecido por allí. Otra usuaria disparó sin rodeos: “claro que no afectó tu casa; ustedes no se apagan nunca”. Mientras unos pocos agradecían a los trabajadores del sector, el sentimiento general era de molestia profunda hacia la dirigencia y su manera de esquivar responsabilidades.

En medio del caos, la madrugada del miércoles marcó un colapso del sistema eléctrico en todo el occidente del país, desde Cienfuegos hasta Pinar del Río, incluida La Habana. La versión oficial indica que una falla en la línea de transmisión entre Santa Cruz del Norte y la termoeléctrica Antonio Guiteras provocó una sobrecarga que tumbó varias plantas generadoras, entre ellas Mariel, Santa Cruz, Cienfuegos y Felton. Una cadena de errores conocida por todos, porque el sistema funciona como un dominó viejo.

A media mañana, la Empresa Eléctrica de La Habana anunció que empezaba el restablecimiento del servicio, con prioridad para hospitales y sistemas de abasto de agua. Pero el daño ya estaba hecho. Las redes ardían de quejas y la frase que más circuló fue “esto no es solo un apagón, es un país apagado”, reflejando el agotamiento total ante un sistema energético que colapsa cada dos por tres.

La madrugada dejó a millones sin corriente y a la capital envuelta en una oscuridad absoluta. Según la Unión Eléctrica, el colapso se debió a una sobrecarga en el occidente, que profundizó un déficit nacional que ya supera los dos mil megawatts. Un agujero negro que parece crecer todos los meses.

Este apagón se suma a una larga lista de fallas que exponen la fragilidad extrema del Sistema Electroenergético Nacional, golpeado por averías constantes, falta de combustible y décadas sin inversión real. En los últimos meses, Cuba ha sufrido al menos cinco apagones de alcance nacional y varios regionales que han dejado provincias paralizadas durante horas o días.

Mientras las autoridades repiten su libreto de “falla técnica” y “complejidades del bloqueo”, la gente exige transparencia y soluciones de verdad. Para la mayoría, la oscuridad de este miércoles no fue un evento aislado, sino otro recordatorio de un país que lleva demasiado tiempo viviendo a oscuras, tanto en lo eléctrico como en lo político.

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