Escándalo en Santiago: estudiantes de Medicina denuncian fraude inventado por la facultad para suspender a todo un grado completo

Redacción

La Facultad No. 1 de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba está metida en tremendo fuego cruzado después de que el comunicador Yosmany Mayeta Labrada destapara lo que muchos ya están llamando un desastre académico en toda regla. Según su denuncia, un grupo completo de estudiantes de segundo año fue acusado de plagio en el trabajo final de la asignatura Sangre y Sistema Inmunológico, desatando una ola de indignación que hoy tiene a la universidad hecha un avispero.

Los muchachos aseguran que el informe fue elaborado exactamente como indicaron los profesores, y que la acusación no solo es injusta, sino absurda. Para colmo, la materia ni siquiera tiene examen final, así que el único criterio de evaluación es ese trabajo bibliográfico. Lo que está en juego no es poca cosa: hablamos del riesgo real de perder el curso o de cargar con sanciones disciplinarias que podrían arruinarles la carrera.

Los estudiantes cuentan que no recibieron orientación adecuada durante las tres semanas en que la facultad paralizó las clases por el paso del huracán Melissa y la epidemia que mantiene a Santiago con el agua al cuello. Sin internet, sin acceso a bibliografía actualizada y sin el acompañamiento docente mínimo, los jóvenes tuvieron que armar el trabajo como pudieron. Aun así, se les exigieron requisitos técnicos y metodológicos casi imposibles en las condiciones actuales del país, donde la escasez de recursos es ya un elemento permanente de la vida universitaria.

Lo más grave, según Mayeta, es que el conflicto explotó cuando los profesores anunciaron que todos los trabajos serían calificados como plagio sin mostrar una sola evidencia concreta. Ese gesto encendió la chispa. Dentro de la facultad se respira un ambiente de ansiedad, de miedo, de pura incertidumbre. Muchos estudiantes hablan de “abuso”, de “castigo colectivo”, de decisiones tomadas sin rigor académico y sin respeto por el esfuerzo real que hicieron.

La crisis llegó a tal punto que se convocó una reunión extraordinaria con la decana, directivos académicos, representantes de disciplina, padres y funcionarios del Ministerio de Educación Superior. El propio Mayeta describe el ambiente como una mezcla explosiva de hostilidad, nervios y frustración acumulada. Los alumnos, por su parte, exigen lo que debería ser lo normal en cualquier institución seria: una revisión transparente, técnica y justa, sin ese estilo autoritario tan típico de las estructuras educativas controladas por el régimen.

Mientras las autoridades intentan apagar el incendio con discursos vacíos, lo cierto es que este episodio deja al descubierto, una vez más, el deterioro profundo del sistema educativo cubano, donde la falta de recursos se mezcla con el descontrol institucional y decisiones improvisadas que siempre terminan cayendo sobre los estudiantes. Una tormenta perfecta, fabricada desde arriba, para después culpar a los de abajo.

Santiago está caliente, y con razón. Porque lo que pasó en esta facultad no es solo un problema académico: es otra muestra de cómo el régimen ha dejado colapsar hasta los cimientos la educación que antes vendía como “joya” de la Revolución. Aquí ya nadie se traga ese cuento. Como dicen los propios estudiantes: si quieren acusar, que muestren pruebas; si quieren sancionar, que respeten el derecho de cada cual. Y hasta ahora, nada de eso ha ocurrido.

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