Anciano cubano en Santiago de Cuba sufre del abandono del régimen tras el paso del huracán Melissa: «Aquí no ha llegado nada de ayuda»

Redacción

En La Anacahuita, un pequeño poblado a la orilla de la Carretera Central en Contramaestre, Santiago de Cuba, vive Eduardo Esteban Beltrandez Valdés, conocido por todos como “Chichi”. Con 75 años a cuestas, su historia es un reflejo crudo del abandono que sufren muchos ancianos en la isla.

A pesar de ser un caso claramente vulnerable, Chichi no ha recibido ni una sola ayuda tras el paso del huracán Melissa. Mientras otros vecinos, incluso algunos que no resultaron afectados, recibieron donaciones y recursos materiales, él sigue sin nada.

Vecinos denuncian que nadie del sistema se ha acercado: ni trabajadores sociales, ni funcionarios, ni ninguna institución con responsabilidades de asistencia. Chichi sobrevive en extrema precariedad, sin respaldo estatal y sin atención regular, un ejemplo doloroso de la indiferencia del régimen hacia los más necesitados.

Durante 42 años, Eduardo Esteban dio su esfuerzo trabajando en la Empresa Citrícola UBPC Las Veguitas, ubicada en la carretera vía Bungo. Fue un trabajador de toda la vida, aportando al sistema productivo del país, y hoy ve cómo ese mismo Estado que alguna vez le dio empleo lo ha olvidado por completo.

Su historia no es un caso aislado. Refleja la cruda realidad que viven muchos ancianos en Cuba: desprotegidos, desatendidos y relegados mientras los recursos se distribuyen de manera desigual y sin transparencia. Chichi no es solo un nombre; es el símbolo de una generación que ha trabajado toda su vida y ahora enfrenta la vejez en el olvido.

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