La novela carcelaria en Cuba sumó otro capítulo esta semana. Un recluso que se fugó de una prisión en Camagüey terminó siendo capturado en tiempo récord, pero su escapadita vuelve a poner sobre la mesa algo que ya muchos comentan bajito: la seguridad penitenciaria en la Isla hace rato está dando señales de fatiga.
La noticia salió directamente del perfil “Verdades a Través del Móvil”, esa página del Ministerio del Interior que siempre aparece cuando hay que anunciar capturas, allanamientos y operativos “fulminantes”. Publicaron la foto del detenido, pero como es costumbre, su nombre quedó en el misterio. Nada nuevo.
Según la publicación, la captura fue una “operación relámpago”. Los agentes de Búsqueda y Captura junto al Técnico Investigativo de la 2da Estación de Policía de Camagüey localizaron al hombre que se había escapado de la Unidad Abierta La Empresita. Lo encontraron, lo esposaron y lo devolvieron a su celda como si nunca se hubiera ido.
El arresto ocurrió nada menos que en la calle San Ramón, justo en la ciudad de Camagüey. Por lo visto, fueron los propios vecinos quienes dieron el aviso cuando vieron “al personaje” por la zona. El comunicado resaltó que gracias a esa “coordinación entre la comunidad y las autoridades”, el fugitivo terminó nuevamente tras las rejas. Ya tú sabes, el discurso oficial: todo rápido, efectivo, impecable.
Pero no todo fue tan bonito para el protagonista de esta historia. Como consecuencia de su intento por burlar a la justicia, perdió el derecho a beneficios, como los famosos “pases”. O sea, si pensaba que la próxima salida la iba a conseguir por la puerta, ya se puede ir olvidando de eso.
La nota aseguró que el detenido es “conocido por su pésima conducta social y múltiples antecedentes penales”. Sin embargo, como suele suceder, no dijeron absolutamente nada sobre cuál es el delito por el que cumple sanción ni cuál es su condena. Mucha etiqueta, poco detalle.
Y claro, la publicación concluyó celebrando la “exitosa operación policial” y el compromiso de las fuerzas del orden con la seguridad ciudadana. Lo curioso —aunque nada sorprendente— es que no mencionaron ni por arriba del palo la falla de seguridad que permitió que el hombre se escapara en primer lugar.
Para colmo, esta no es la primera fuga del año. En agosto, dos reclusos catalogados como altamente peligrosos se escaparon de la prisión provincial de Ciego de Ávila, la famosa “Canaleta”. Ambos tenían antecedentes de asesinato, violencia extrema y reincidencia. Incluso, uno de ellos ya se había fugado anteriormente… ¡en el mismo año! Las autoridades emitieron una alerta oficial y pidieron apoyo de la población. Días después, el Minint los capturó.
Si algo dejan estas historias es la sensación de que, aunque la policía corre, encuentra y captura, el problema de fondo sigue ahí: las fugas no son accidentes aislados. Y mientras tanto, los cubanos miran estas noticias con una mezcla de asombro, incredulidad… y el clásico “¿y ahora qué?”







