Régimen organizó peregrinación por Fidel Castro en Santiago de Cuba, en medio de una crisis total de apagones eternos, hambre y desesperación

Redacción

En plena tormenta de apagones eternos, hambre y desesperación, el régimen cubano decidió montar este 4 de diciembre otra de sus escenografías políticas: una peregrinación en Santiago de Cuba para recordar el noveno aniversario del sepelio de Fidel Castro. Un espectáculo más para la propaganda estatal, totalmente desconectado de la vida real de los cubanos, que andan contando los minutos de corriente como si fuera oro.

La marcha salió desde la Plaza Antonio Maceo rumbo al cementerio de Santa Ifigenia, con las cámaras oficiales enfocando a los cuadros del Partido, dirigentes provinciales y representantes de sus eternas “organizaciones de masas”. La prensa del régimen, desde Canal Caribe hasta Cubasí, se desvivió repitiendo que aquello era “unidad”, “compromiso” y “continuidad”. En la práctica, fue el mismo guion de siempre: la élite caminando entre consignas mientras el país se cae a pedazos.

Movilización de niños y trabajadores, la vieja receta

Entre las imágenes divulgadas por los medios estatales, destacan niños, adolescentes y estudiantes uniformados encabezando la caravana, muchos con pañoletas y retratos del fallecido gobernante. Escuelas enteras fueron llevadas a la actividad, retomando una tradición macabra: usar menores como decoración política. También médicos y trabajadores de Salud fueron exhibidos en redes con pancartas de “Yo soy Fidel”, como si con eso se resolvieran los hospitales desabastecidos.

La presidenta del Consejo de Defensa Provincial, Beatriz Johnson, y el vicepresidente Manuel Falcón depositaron la ofrenda floral frente al monolito del exgobernante, en un acto que el oficialismo vende como solemne, pero que cada vez tiene menos eco entre la población.

Las redes estallaron: “¿Marcha? La gente ni puede dormir del apagón”

En la transmisión del evento, los comentarios del público dejaron al descubierto el abismo entre el propaganda-show y la realidad cubana. Quejas por la falta de corriente, la escasez de agua y alimentos, denuncias de movilización obligatoria y críticas directas al culto político fueron el tono dominante. “Andan en marchas mientras la gente no tiene qué comer”, escribió un usuario. Otros fueron más crudos: “Esto es un circo”; “mientras ustedes marchan, el pueblo pasa hambre”.

Solo unos pocos comentarios repetían consignas oficiales, ahogados entre el descontento general.

La propaganda intenta revivir un “legado” que solo dejó pobreza

El culto oficial a Fidel ha ido perdiendo terreno, y cada intento de resucitarlo genera más burlas y rechazo. Basta recordar la ola de indignación tras el post de Escambray días antes, donde decenas de cubanos recordaron el duelo obligatorio de 2016 y cuestionaron la manipulación política.

Para muchos, el llamado “legado” de Castro no es más que un país empobrecido, una clase media desaparecida y un poder económico concentrado en manos de una cúpula militar. Nada que celebrar, y mucho menos cuando miles de familias sobreviven entre apagones, enfermedades y un sistema colapsado.

Mientras el Gobierno sigue inventando homenajes, los cubanos siguen enfrentando la vida sin luz, sin comida y sin esperanza. El contraste no puede ser más brutal: arriba, propaganda; abajo, pura supervivencia.

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