Un ataúd cubierto con una tela oscura, un cristal improvisado y roto, y un cuerpo dentro: Así es un entierro en Guantánamo

Redacción

La imagen habla sola. Un ataúd cubierto con una tela oscura, un cristal improvisado y roto, y un cuerpo dentro. Esa escena, digna de una película de terror de bajo presupuesto, fue captada en una funeraria de Guantánamo y publicada por la activista Irma Lidia Broek, quien denunció la forma descarada en que el régimen trata a los muertos… y a los vivos que todavía tienen que llorarlos.

“Miren el cristal que le pusieron a este ‘féretro’ (si así se le puede llamar)”, escribió Broek, claramente indignada. Y es que ya estamos en un punto donde el irrespeto estatal parece una competencia olímpica… y cada día se superan.

El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada amplificó la denuncia y lo dijo sin rodeos: lo ocurrido revela la crueldad de la crisis que atraviesa Cuba y el desprecio oficial por la dignidad humana, incluso después de la muerte. Nada nuevo, pero cada imagen duele como si fuera la primera.

Un país donde hasta morirse resulta una humillación

Los comentarios de cubanos en todas partes confirman que esta escena no fue un desliz: es la norma. Personas de La Habana a Santiago describen funerarias sin cristales, sin ataúdes decentes y sin un mínimo de respeto.

Una mujer contó que, para velar a su padre, tuvo que arrancar los cristales de una ventana porque en la funeraria de Alamar no había ni uno. Otra relató que su abuelo estuvo seis horas esperando un féretro en Bayamo, y cuando por fin llegó al cementerio, no había agua ni cemento para sellar la tumba. Puro estilo “hazlo tú mismo”, patrocinado por la ineficiencia estatal.

En muchas funerarias, el mismo cristal se rota entre varios difuntos como si fuera un plato único. Cajas clavadas a golpes, tapas mal ajustadas, y ataúdes hechos con material reciclado que ni resisten una mirada. Hay dolientes que describen cajas tan malas que se veía la sangre. Palabras mayores.

Una internauta lo resumió con la claridad que dan los golpes de la vida: “En Cuba no hay vergüenza ni respeto… ni para vivos ni para muertos.”

Colapso total del sistema funerario en Cuba

Las denuncias no paran y llegan desde todas las provincias. En Holguín, una familia esperó más de quince horas por el carro fúnebre y terminó poniendo el cadáver en la puerta, provocando protestas del barrio. En Villa Clara los entierros se retrasan porque no hay ataúdes o los que hay parecen cajas de mangos. En Camagüey, una ciudad de más de 300.000 personas, solo hay un carro fúnebre operativo, así que los cuerpos se acumulan en hospitales y morgues como si fueran paquetes en un almacén estatal.

En Contramaestre, ni a los veteranos de guerra les llega el “honor” oficial. Los familiares de uno de ellos denuncian que tuvieron que enterrarlo solos, sin apoyo estatal, sin recursos y sin el más mínimo respeto institucional.

Las escenas se repiten en todo el país: cementerios sin materiales, tumbas abiertas por días, falta de agua para mezclar cemento, escasez de sepultureros y funerarias en penumbras, sin flores ni ventilación, donde los ataúdes parecen salidos de un basurero industrial.

La realidad que el régimen no quiere que se vea

El desastre funerario no es un accidente. Es la prueba de un sistema en ruinas, donde el Estado se esconde detrás de discursos vacíos mientras la gente enfrenta una indignidad tras otra, incluso en los momentos más dolorosos de la vida.

La escena del ataúd roto en Guantánamo no es solo una foto. Es una radiografía del país entero: un lugar donde la dignidad se quiebra igual que ese cristal improvisado, y donde el régimen sigue fingiendo que todo está bien mientras el pueblo, literalmente, se desmorona.

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