Díaz-Canel pide a los cubanos “construir, reconstruir y embellecer’’ a Cuba mientras el pueblo sufre de pobreza extrema y abandono

Redacción

El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel apareció este viernes en X para “celebrar’’ el Día del Constructor, pidiendo “construir, reconstruir y embellecer’’ la patria. Y lo hizo con su fraseo de manual: una Cuba “golpeada sin piedad por seis décadas”, como si el desastre urbano, la pobreza extrema y el abandono generalizado hubieran caído del cielo y no fueran obra del mismo sistema que él dirige.

En vez de asumir su responsabilidad en el deterioro brutal del país, Díaz-Canel volvió a sacar el comodín eterno del “enemigo externo”. Ese recurso desgastado que ya ni quienes lo repiten parecen creer, pero que el régimen insiste en usar cada vez que tiene que justificar lo que ya es imposible ocultar: Cuba está hecha pedazos.

Su mensaje contrasta de frente con la realidad que vive la gente. El sector constructivo cerró el primer trimestre del 2025 en caída libre. De 10,795 viviendas previstas, apenas se terminaron 1,344. Eso es el 12,4% del plan, un retrato seco de la incapacidad estatal para resolver el drama habitacional que asfixia a millones.

Durante más de una década el régimen viene incumpliendo su propio plan de viviendas. La situación empeora cada vez que pasa un ciclón, porque el gobierno promete, promete, promete… y al final deja a la gente igual o peor. Melissa dejó miles de familias sin casa en octubre, y la mayoría sigue esperando. En Pinar del Río y en el oriente todavía hay damnificados de ciclones de hace diez años viviendo entre ruinas.

La causa del desastre es un secreto a voces. Falta cemento, falta mano de obra, faltan materiales, falta inversión, falta industria. Falta, en resumen, un gobierno que funcione. La construcción está paralizada, pero el discurso oficial insiste en hablar de “eficiencia” y “nuevos esfuerzos”. Eso sí, para lo que no falta nada es para levantar hoteles cinco estrellas que nadie usa. Ahí el ministro René Mesa sí es una máquina: hoteles por todas partes, pero casas para los cubanos, ninguna.

Mientras Díaz-Canel pide “embellecer” la patria desde su oficina climatizada, miles de cubanos duermen con el techo apuntalado, con paredes rajadas, con pisos podridos o directamente sin hogar. Y el régimen sigue presumiendo un futuro que nunca llega, una “potencia” que no existe y un proyecto que hace mucho dejó de sostenerse, incluso en el discurso.

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