Lis Cuesta defiende el Festival de Cine de La Habana como una «resistencia luminosa» en medio de la ola de apagones en Cuba

Redacción

Lis Cuesta volvió a encender la polémica en redes después de defender el Festival de Cine de La Habana como una especie de “resistencia luminosa”, justo cuando el país entero vive sumido en apagones interminables, escasez brutal y un rebrote de enfermedades que tiene a los hospitales en crisis. Su mensaje, lejos de inspirar, terminó levantando una ola de indignación que se regó por toda la isla.

En su publicación en X, la esposa del gobernante Miguel Díaz-Canel se lució asegurando que el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano demuestra que la cultura sigue siendo “vital para el pueblo cubano”. Según ella, el evento es un “puente vivo con el mundo”, una frase que cayó como un cubo de agua fría entre quienes apenas pueden sobrevivir a lo que ella llama “complejidades del país”.

También presumió que las inscripciones aportaron más de 15,000 dólares, dinero que —dijo— permitió mantener el Festival en pie. Y como si fuera poco, celebró la existencia de plantas generadoras en los cines del Proyecto 23 y pantallas móviles enviadas a comunidades para garantizar proyecciones a pesar del colapso energético.

El libreto oficial de “seguir haciendo cultura aun en tiempos difíciles” sonó más desconectado que nunca. Una cosa es defender el cine; otra, hacerlo desde la comodidad del poder mientras el país se cae a pedazos.

La respuesta del pueblo fue fulminante. Usuarios de todas partes cuestionaron la lógica de celebrar festivales mientras hay hambre, apagones de más de diez horas, hospitales sin insumos y un repunte de enfermedades como el dengue y la chikungunya. Muchos lo dijeron sin filtros: “Denle comida y medicinas al pueblo, nadie quiere ver películas.”

También aparecieron comentarios recordando que mientras el régimen presume plantas eléctricas para los cines, los ciudadanos han tenido que llevar un generador al policlínico para poder hacerse un simple electrocardiograma. Un país donde no hay electricidad ni para la salud, pero sí para el espectáculo oficial.

El sarcasmo tampoco faltó. “¿Las tandas serán por bloques como los apagones?”, soltó un usuario. Otro lo resumió con una frase que se hizo viral: “El pueblo se está muriendo de hambre y ustedes hablando de cine.”

La indignación creció todavía más porque el evento cultural llega en un contexto de censura permanente. El estreno del Festival coincide con el rechazo —una vez más por motivos políticos— del documental “Para Vivir”, sobre Pablo Milanés, a pesar de su recorrido internacional. Y muchos recuerdan que en la edición anterior el filme “Matar a un Hombre”, del joven Orlando Mora, fue censurado y su director sufrió además un acto de violencia institucional.

Mientras la élite oficial habla de “resistencia luminosa”, la mayoría de los cubanos vive en una realidad oscura y precaria. Apagones, hambre, brotes epidémicos, cero medicinas… y el Gobierno celebrando festivales como si todo estuviera bien. Esa es la Cuba que Lis Cuesta intenta maquillar desde su burbuja, sin entender —o sin querer entender— que el pueblo no necesita espectáculos: necesita luz, comida y vida.

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