Lo dejaron tirado en el Salao: joven cubano cuenta el asalto que casi lo mata

Redacción

La inseguridad en Cuba está tan desatada que ya ni moverse en moto es garantía de llegar a casa tranquilo. El santiaguero Leonardo Lagomarsini lo vivió en carne propia cuando, la noche del 5 de diciembre, fue víctima de un violento asalto justo a la entrada del Salao, uno de esos puntos de la ciudad donde cualquiera se encomienda a todos los santos antes de pasar.

El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada fue quien dio a conocer el caso, explicando que dos individuos interceptaron a Leonardo, lo golpearon salvajemente y terminaron robándole la moto. Así, sin más. Otro episodio de esa cadena interminable de violencia que ya muchos cubanos sienten como rutina.

Según contó el propio Leonardo, todo empezó casi de manera absurda. Había salido en moto rumbo a su casa y la lluvia lo retrasó un poco. De pronto recibe una llamada de conocidos avisándole que había dejado el casco olvidado. En plena preocupación, se le acerca un hombre con un brazo en cabestrillo y le pide que, por favor, lo acerque al Salao.

Y como buen cubano solidario —o confiado, según se vea—, Leonardo lo montó en la moto. Pero al llegar a la entrada del reparto, el “pobrecito” se convirtió en agresor. Le soltó un golpe con un objeto duro y Leonardo quedó inmóvil, aunque consciente. Lo peor es que varias personas pasaban cerca, pero al ver la escena prefirieron mirar para otro lado y retroceder. En Cuba, el miedo pesa más que la solidaridad.

Mientras el primer agresor seguía golpeándolo, apareció un segundo implicado, que aprovechó el desconcierto para subirse a la moto y huir como si nada. El otro, como si fuera poco, intentó empujar a Leonardo hacia unos matorrales. Todo ocurrió entre 6:30 y 7:00 p.m., una hora en la que todavía debería haber movimiento suficiente para disuadir a delincuentes… pero ya nada sorprende.

Esa zona, especialmente la subida hacia Micro 1-A, es conocida por su peligrosidad, y los vecinos han advertido de hechos similares en los últimos meses. Aun así, Leonardo confesó que se confió, pues había gente cerca, una guagua alumbraba el camino y unos muchachos venían cantando. “Todo pasó demasiado rápido”, lamentó.

Tras recuperarse del susto, presentó la denuncia ante las autoridades. La policía activó una alerta para localizar la moto robada —aunque todos sabemos cómo suelen terminar esas historias— y el joven está ofreciendo una recompensa a quien aporte información que permita recuperarla.

Este caso es solo una gota más en el vaso rebosado de la inseguridad que se vive en Cuba. Los robos, asaltos y agresiones están aumentando, mientras el régimen se hace el sordo. Cada día más cubanos recurren a las redes sociales, no solo para denunciar, sino para encontrar apoyo y advertir a otros. Porque si de las instituciones dependiera, estos hechos quedarían enterrados en silencio.

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