En Matanzas, el gobierno insiste en mostrar avances industriales mientras la población se enfrenta a la cruda realidad de la escasez. La provincia prepara la apertura de una nueva fábrica de dulces tradicionales, ubicada en la zona de servicios de René Fraga, con capacidad para producir más de una tonelada diaria de golosinas como dulce en almíbar, raspadura de guarapo y melado.
El periódico provincial Girón la presenta como un “salto tecnológico” y un proyecto que busca diversificar la producción, generar empleos y sustituir importaciones. Jorge Cabrera, director de la Unidad Empresarial de Base Esazúcar Matanzas, enfatizó la modernización como un logro, mientras los cubanos en las calles siguen buscando el azúcar para endulzar el café.
La contradicción no pasa desapercibida. Mientras la fábrica promete llenar estanterías con dulces tradicionales, los ciudadanos denuncian que el azúcar escasea y los precios en el mercado negro se disparan. Las redes sociales hierven con comentarios críticos: muchos dudan que haya materia prima suficiente para sostener el proyecto, y cuestionan si los productos llegarán realmente a la población o terminarán destinados a ventas en divisas para unos pocos.
La realidad azucarera es brutal. Durante la zafra pasada, centrales como Jesús Sablón Moreno, en Calimete, no lograron cumplir con sus planes de producción. La zafra 2024-2025 cerró con menos de 150,000 toneladas, la cifra más baja en más de un siglo y menos de la mitad del objetivo oficial, muy lejos del plan estatal de 265,000 toneladas. Una debacle que refleja la falta de caña, los cortes de electricidad, la escasez de combustible y el deterioro crónico de la infraestructura.
En este contexto, el anuncio de una fábrica de dulces suena más a propaganda que a una solución real para la población. El propio gobierno admitió en 2023 que era “vergonzoso” depender de importaciones de azúcar, un golpe directo al mito de la autosuficiencia que durante décadas vendieron como orgullo nacional.
Mientras tanto, los matanceros y cubanos en general siguen viendo cómo se priorizan inversiones y proyectos que no resuelven la vida diaria. La nueva fábrica puede producir toneladas de dulces, pero la gente sigue sin poder llenar la despensa ni endulzar un café, recordando que la fantasía de progreso del régimen rara vez coincide con las necesidades reales del pueblo.







