Una publicación del Ministerio de Turismo (MINTUR) terminó encendiendo las redes justo un día antes de que tuvieran que salir corriendo a desmentir el bulo de los “1,100 dólares”, que llevó a cientos de personas a concentrarse en hoteles de La Habana y otras provincias.
El MINTUR, desde su perfil de Facebook, mostró el Iberostar Selection La Habana, el “edificio más alto de Cuba”, invitando a los usuarios a descubrir la ciudad vibrante desde su terraza y Sky Bar. Pero la respuesta del pueblo fue un retrato crudo de la crisis: sarcasmo, incredulidad e indignación se mezclaron en los comentarios.
“Mañana voy con mi familia a buscar los 1,100 dólares del queridisimooo Ignacio Giménez”, escribió una usuaria, recordando el falso rumor que puso a toda la población en movimiento el sábado anterior. Otros se burlaron de la inaccesibilidad de estos hoteles para quienes viven con salarios en pesos: “¿Cuántos años tengo que ahorrar si gano 4 dólares al mes?”, preguntó un hombre, mientras otra persona calculaba: “Con este salario entro al hotel dentro de 20 años”.
El término “ciudad vibrante” fue recibido con más ironía que entusiasmo. “¿Vibrante? La Habana está apagada y destruida”, señaló un internauta. Otro agregó: “Lo que vas a ver desde allá arriba es un árbol de Navidad gigante: a veces prende, a veces se apaga”, en alusión a los cortes eléctricos que azotan la capital.
No faltaron comentarios sobre las agresivas aglomeraciones que provocó el bulo de Ignacio Giménez: “Voy mañana al Sky Bar, a ver si allí también reparten los 1,100 dólares”, escribió un usuario con evidente sarcasmo. La indignación se mezcló con hartazgo: “Qué falta de respeto al pueblo”, “Construyan una termoeléctrica 5 estrellas, a ver si salimos del apagón” y “¿Para quién es esto? El cubano normal no puede ni entrar al lobby”, fueron algunas de las respuestas más duras.
La publicación del MINTUR, pensada para atraer turismo internacional, terminó dejando en evidencia la brecha insalvable entre los hoteles de lujo y un pueblo que sobrevive entre apagones, salarios míseros y mercados vacíos. La Habana “vibrante” del régimen choca con la realidad de una ciudad cansada y un país donde una simple promoción turística puede provocar más indignación que ilusión.







