En Santa Rosa, entre Cruz del Padre e Infanta, los vecinos están al límite. La Panadería “Dos Ríos” lleva meses entregando pan normado tan pequeño que apenas alcanza para un bocado. Cada unidad se vende a 0.75 CUP, pero cuando el mismo pan aparece como “liberado”, su precio salta a 17 CUP, supuestamente bajo la producción de una MIPYME que, según los residentes, ni existe.
Teresita Darcourt, quien envió la denuncia, asegura que en otras panaderías cercanas el pan normado es más grande y pesado, lo que deja a todos preguntándose: ¿a dónde va a parar la diferencia que no llega al pueblo? La sospecha de desvío de recursos crece, y no sorprende a quienes conocen cómo funciona este sistema: la escasez no solo es constante, sino que además los pocos alimentos disponibles se manipulan a conveniencia de unos pocos.
Las imágenes que acompañan la denuncia muestran claramente el tamaño ridículo del pan, evidencia tangible de un problema que refleja mucho más que mala gestión: un sistema que ignora las necesidades básicas del pueblo. La indignación se dispara porque mientras la población lucha con precios desorbitados y raciones mínimas, el gobierno mantiene un control que prioriza intereses propios sobre la alimentación de la gente.
Los vecinos exigen respuestas claras y transparencia sobre el destino de los insumos asignados para la producción de pan normado. La situación en “Dos Ríos” no es un caso aislado, sino un ejemplo del deterioro estructural y la corrupción que permea incluso lo más básico: garantizar el pan diario del cubano común.







