La Sucursal Extrahotelera Palmares Pinar del Río llegó el 28 de noviembre a FIHAV 2025 con la idea de vender “cultura pinareña”. Pero lo que terminó vendiendo fue un papelazo monumental. Ni el ron, ni los Cohiba, ni el supuesto encanto turístico: lo que se robó el show fue un video donde varias personas aparecen disfrazadas de indios, bailando un areíto de utilería que parecía más un sketch cómico que una muestra cultural.
El propio Palmares compartió el material orgulloso, presentando la actuación como un “gran atractivo” de su paso por la feria. Según ellos, era una “representación de la cultura aborigen y del cimarronaje”, muy en la línea de los espectáculos que montan en la Cueva del Indio y el Palenque de los Cimarrones. Todo muy “maravillosamente sensorial”, como dijeron en redes, celebrando que el público participó. Claro, participar no es lo mismo que aplaudir.
En internet, la recepción fue tan fría como un aire acondicionado apagado.
El periodista Mario J. Pentón compartió el video con ironía, diciendo que “las aborígenes cubanas realizan un areito para atraer la inversión extranjera”. Y la gente no perdonó. Entre carcajadas, indignación y vergüenza ajena, muchos calificaron el show como una parodia, una falta de respeto a la cultura cubana y otra muestra de cómo el régimen sigue reduciendo el patrimonio nacional a un numerito barato para turistas.
Un internauta lo dijo sin filtro: “Esto parece una parodia de sí mismos”. Otro remató: “Da pena ver cómo Cuba llega a una feria internacional con esta caricatura en vez de mostrar lo mejor de nuestra cultura”.
Otros usuarios fueron más creativos. Uno aseguró que aquello no era un areíto, sino “el baile oficial para espantar mosquitos”. Otro dijo que los pinareños estaban siendo “visionarios”, adelantándose al nivel de absurdo que le espera al país.
Al final, el espectáculo de Palmares terminó acaparando la atención, pero no por su “sensualidad sensorial”, sino porque dejó claro que, en vez de apostar por cultura auténtica, el régimen sigue promocionando puestas en escena que rozan la comedia involuntaria. En una feria donde Cuba debería lucir competitiva y respetable, terminó ofreciendo otro capítulo de su propio teatro tragicómico.










