¡Ultima Hora! Protestas en varios municipios de La Habana en medio de la noche tras más de 12 horas continuas de apagón

Redacción

Esta noche volvió a prenderse la chispa del descontento popular en La Habana. Primero fue en Marianao, donde decenas de personas salieron a protestar hartas de los apagones interminables, la falta de comida, las enfermedades y un fin de año marcado por la miseria. Y ahora se suma otro estallido en pleno corazón de la capital: vecinos de la calle Campanario, esquina Virtudes, también salieron a cacerolear después de pasar varias horas sin electricidad.

Los reportes que llegan a nuestra redacción describen una escena cada vez más común en la Isla: familias enteras tiradas a la calle golpeando cazuelas como única forma de hacerse escuchar ante un régimen que los ignora. La gente en Centro Habana denuncia que ya no se puede vivir así, entre apagones que parecen eternos, neveras vacías, niños enfermos sin medicamentos y ancianos abandonados a su suerte.

En Marianao, el ambiente es el mismo: frustración, hambre y un cansancio acumulado que ya no cabe dentro de las casas. Los vecinos aseguran que la situación se volvió insostenible y que el silencio oficial solo demuestra el colapso total del sistema. La combinación de apagones, escasez de alimentos, hospitales sin recursos y enfermedades creciendo como pólvora ha puesto a la población al borde del límite.

En Campanario, la protesta surgió de manera espontánea. Los residentes, hastiados del apagón y del deterioro constante de sus condiciones de vida, salieron a hacer ruido en plena calle. No había consignas organizadas ni líderes, solo la rabia acumulada de un pueblo que siente que cada día le quitan un pedazo más de su dignidad.

La crisis energética golpea sin piedad, el agua se interrumpe una y otra vez, el desabastecimiento marca la rutina diaria y los medicamentos brillan por su ausencia. Cuba hoy vive un colapso multisectorial que afecta a millones de familias y que el régimen intenta maquillar con discursos vacíos mientras la realidad se derrumba en tiempo real.

Hasta el cierre de esta información no se reportan arrestos ni intervención represiva en Campanario, aunque la tensión sigue alta y los vecinos permanecen alertas ante cualquier movimiento de las autoridades. Lo único cierto es que el malestar social continúa creciendo y cada apagón es un fósforo más tirado sobre una pradera seca.

En las calles, el mensaje es claro: el pueblo está cansado de sobrevivir. Y cuando un país entero vive apagado, lo único que queda es hacer ruido.

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