Cuba amaneció este martes con el Sistema Electroenergético Nacional al borde del desplome total. El parte publicado por la Unión Eléctrica anuncia que en el horario pico la isla enfrentará un déficit de 1,900 MW, con afectaciones que podrían rozar los 1,970 MW. Dicho en buen cubano: otro día de apagones masivos de punta a cabo.
A las seis de la mañana la disponibilidad era de apenas 1,300 MW, frente a una demanda que superaba los 2,400 MW. El país arrancó el día en números rojos y, según la propia UNE, el lunes fue un infierno de 24 horas sin servicio estable, con un máximo de 2,185 MW de afectación.
La empresa estatal trató de justificar el desastre señalando averías simultáneas en varias termoeléctricas: unidades paradas en Mariel, Cienfuegos, Diez de Octubre, Felton y Renté. También reconoció la falta de combustible que tiene a casi un centenar de centrales de generación distribuida fuera de servicio, y otras paralizadas por falta de lubricantes. Un sistema roto, sin piezas y sin futuro.
Antes de soltar el parte técnico, la UNE publicó un mensaje en Facebook echándole culpas al “bloqueo financiero”. Repitieron el mismo guion: sin divisas no hay combustible, ni mantenimiento, ni modernización. Y remataron con que la estabilidad energética solo será posible “cuando termine el bloqueo”.
Pero esa cantaleta ya no convence ni al gato. En redes sociales miles de cubanos reaccionaron con indignación. Muchos recordaron que el bloqueo existía también cuando había luz, y que el verdadero muro que asfixia al país es interno, levantado por el propio régimen. “El bloqueo es el que ustedes le ponen a la vida del pueblo”, escribió un usuario, dejando claro el sentir general.
Mientras la UNE justificaba, la gente hacía ruido. Durante la noche del lunes y la madrugada del martes hubo protestas y cacerolazos en varios puntos del país. Marianao, Regla, Alamar, Santos Suárez, San Miguel y hasta la Universidad de Camagüey salieron a dejar oír su frustración. En los videos compartidos por el rapero El Funky se ve a grupos de personas bloqueando calles y exigiendo luz, comida y libertad. “La gente de Marianao sabe qué hacer cuando les tumban la corriente”, comentó el artista.
El periodista José Raúl Gallego advirtió que la noche “se estaba calentando”. Y no exageraba. El Observatorio Cubano de Conflictos registró en noviembre más de mil protestas en toda la isla, la mayoría vinculadas a la crisis eléctrica y la escasez de alimentos. El país hierve y la dictadura mira para otro lado.
Las cifras del desastre hablan solas. En la jornada anterior, más del 60 % del territorio nacional quedó sin electricidad, en el apagón más severo del año. El caos permanente confirma el colapso de un modelo energético obsoleto, que vive de remiendos y discursos. Nada funciona, nada se mantiene, nada se renueva.
Mientras el Gobierno insiste en echarle la culpa al embargo, los cubanos sobreviven entre el calor, la oscuridad y el desespero. La población ya no compra excusas. “Si el bloqueo es el problema, entonces no tendremos luz nunca, porque no lo van a quitar. ¿Cuál es la solución? ¿Vivir en apagón eterno?”, escribió un internauta que resume perfectamente el cansancio de un país al límite.







