La niña que salió a buscar pan y nunca volvió: 46 años después, Cuba aún no tiene respuestas

Redacción

Hay historias que no importa cuánto tiempo pase, siguen atravesando a cualquiera que las lea. Esta empieza en abril de 1979, en Banes, Holguín, un pueblito tranquilo donde todo el mundo se conoce y la vida se mueve sin apuros. Allí vivía Amarilis Muñiz Navarrete, una niña de 9 años que salió a buscar el pan… y nunca regresó. Ese camino de menos de 100 metros se transformó en un abismo que, 46 años después, sigue sin fondo y sin respuesta.

Aquel sábado parecía como cualquier otro en casa de los Muñiz Navarrete. Una de las hermanas esperaba para bañarse, otra descansaba embarazada, y Amarilis salió con sus amiguitas Rosita y otras dos niñas, libreta de racionamiento en mano, como tantas veces. Pero ese día las amigas volvieron solas. No supieron decir dónde se quedó, ni si se separó, ni si alguien la llamó. Nadie la vio en la calle, ni en la panadería, ni en el barrio. Amarilis desapareció sin dejar huella.

Su hermana, 40 años después, escribió en Facebook una frase que duele leer: “¿Aún no sabemos qué pasó, dónde está? ¿Quién fue el monstruo que lo hizo?”. Cuatro décadas de preguntas sin respuestas.

Desde el primer momento comenzó una búsqueda frenética. Vecinos, amigos, gente de comunidades cercanas… todos salieron a buscarla. Ese mismo día hubo un apagón en Banes que solo convirtió la desgracia en algo todavía más oscuro. En los días siguientes revisaron ríos, montañas, campos y cañaverales. Repartieron fotos por toda Cuba. Y nada, absolutamente nada.

Un artículo de Alas Tensas recuerda cómo el pueblo entero se movilizó, pero nunca apareció ni un rastro. Esa misma noche, la hermana embarazada de Amarilis entró en trabajo de parto prematuro y dio a luz. Un nacimiento marcado para siempre por la tragedia.

Aunque la Policía publicó una nota pidiendo colaboración, nunca hubo un protocolo real de búsqueda. La familia, considerada “desafecta”, quedó prácticamente sola. El caso se cerró por “falta de evidencias”. La FMC, que supuestamente debía proteger a mujeres y niñas, nunca se acercó siquiera a expresar apoyo. Y así, entre silencio institucional y abandono total, los Muñiz Navarrete quedaron solos contra el vacío.

Lo más cruel de una desaparición es que no permite duelo. No hay cuerpo, no hay tumba, no hay despedida. Solo un dolor que no envejece y una herida que nunca cierra. En Banes, muchos recuerdan aquel día como uno de los más tensos y tristes del pueblo. Una madre contó que su hija quedó traumada por mucho tiempo. Nadie volvió a ser igual.

Con los años surgieron pistas que parecían esperanzadoras, pero eran golpes disfrazados: un panadero agonizante dijo saber dónde estaba el cuerpo. Excavaron. Nada. Años después, una llamada decía que Amarilis estaba en un hotel con un grupo de alemanes. La familia viajó. Nada otra vez.

Hoy, Amarilis tendría 55 años. Pero su vida quedó congelada en los nueve. Cada noviembre su familia se reúne, ora, canta y vuelve a levantar la esperanza. En redes han intentado llegar más lejos, pero siguen sin respuestas.

El caso de Amarilis deja al descubierto una realidad que Cuba ha intentado tapar por décadas: la violencia contra mujeres y niñas existe, ha existido siempre y ha sido demasiadas veces silenciada. La impunidad, los protocolos inexistentes y el abandono institucional también son violencia. Hablar de Amarilis no es solo recordar una tragedia del pasado, es insistir en que sin verdad, no hay cierre. Y 46 años después, la pregunta sigue intacta: ¿dónde está Amarilis?

Habilitar notificaciones OK Más adelante